Page 195 - Encuentra tu persona vitamina
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La atracción es un fenómeno que puede suceder tanto desde un punto de
                vista  físico  como  psicológico.  Sería  como  un  síntoma  de  enamoramiento,

                pero que bien gestionado no tiene por qué ser un problema. Lo que sucede es
                que confundimos muchas veces atracción, admiración y sentirse a gusto con
                otra cosa, y esto puede llevar a malentendidos o infidelidades. Muchas veces
                he oído lo de «éramos amigos, nos queríamos mucho, pero un día de copas
                pasó  algo  más  y  ahora  no  sé  qué  es  exactamente  lo  que  siento»,  «estaba

                pasando una crisis con mi marido y me fijé en un compañero de trabajo que
                siempre me había caído bien, y le empecé a ver con otros ojos», «mi mujer no
                me cuida, no me hace caso porque está siempre con los niños y he conocido a
                una chica en el gimnasio que está pendiente de mí y todo lo mío le interesa

                mucho»… Puede que alguna de estas frases te resulte familiar y creas que son
                el inicio; sin embargo, no son un veredicto.
                   Existe una parte hormonal, impulsiva y pasional en el amor y en el sexo,
                pero la cabeza —si lo permitimos— no tiene por qué dejarnos de lado. Por
                supuesto hay factores que disminuyen la capacidad de pensar y razonar como

                son las hormonas —¡qué época tan fascinante la adolescencia!— o el alcohol
                —que frena la actividad en la corteza prefrontal—. Sí, el alcohol suele estar
                presente  en  la  mayoría  de  las  infidelidades  que  he  conocido.  Su  consumo
                lleva a la desinhibición y a hacer cosas que nunca haríamos sobrios.

                   Nada  activa  tanto  al  ser  humano  como  sentirse  querido  y  apreciado  por
                otra persona, y nada lo mueve más que enamorarse. Pero romper un vínculo,
                engañar a alguien que queremos y respetamos o llevar una doble vida tiene
                sus  consecuencias,  y  el  cuerpo  y  la  mente  detectan  ese  conflicto  interior  y
                puede desembocar en enfermedades físicas o psicológicas.



                                                    E L CASO DE C RISTINA

                  Cristina trabaja de administrativo en una empresa tecnológica, está casada y es madre de dos niños de
                  cinco y ocho años. A grandes rasgos no parecía tener nada especialmente llamativo desde un punto de
                  vista  psicológico,  pero  sí  sufría  problemas  digestivos  y  fuertes  dolores  de  cabeza  que  según  su
                  especialista  podrían  deberse  a  un  componente  emocional.  Su  organismo  le  estaba  avisando  de  que
                  había asuntos que no sabía gestionar y el cuerpo los estaba somatizando.
                    El «asunto» se reveló semanas después de la primera visita entre lágrimas: estaba enamorada de un
                  hombre casado y llevaban juntos dos años.

                   Cristina no estaba segura del todo de que fuera amor o novedad, pues su

                amante era detallista y estaba pendiente de ella, todo lo contrario a su marido.
                Lo recomendable hubiera sido que ella misma hubiese encontrado una salida
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