Page 208 - Encuentra tu persona vitamina
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se siente amenazado por otra persona o nota que está siendo excluido de un
grupo, el estado de alerta del afectado se activa. Puede ser tanto una
sensación como una realidad. Podemos estar rodeados de gente, pero sentir
que no estamos integrados, que no nos cuidan y que no están pendientes de
nuestras cosas; y la consecuencia es que podemos sentirnos solos o
abandonados.
Un problema adicional se plantea cuando nos cuesta separarnos de
personas que nos resultan tóxicas. Es como si uno tuviera una dependencia
hacia aquellos que no siempre son la mejor influencia para nosotros.
Por otro lado, a veces hay que ser sinceros: el problema es propio y no
ajeno. Algunas personas con hipersensibilidad al rechazo erróneamente
identifican otras de su entorno como tóxicas cuando en verdad el problema
reside en su percepción de la realidad.
En estas líneas voy a intentar desarrollar todas esas posibilidades. Será
difícil que en alguna ocasión no nos hayamos sentido identificados con alguna
de ellas.
El deber en este apartado será triple: en primer lugar, analizar nuestras
relaciones por si hubiera alguna con un componente tóxico y aprender a
manejarla lo mejor posible; en segundo lugar, debemos evitar ser tóxicos para
los demás —¿alguien podría acusarnos de generarle rechazo?— y, por último
y ya para nota, convirtámonos en parte de la solución y no del problema.
Aspiremos a ser persona vitamina de quienes nos rodeen.
Insisto, emplearé persona tóxica para tratar esta idea: persona que
intoxica de cortisol.
Las personas tóxicas nos generan un automático rechazo e incomodidad.
Sea fundamentado o no, su presencia nos altera, nos cohíbe y nos estresa, y
nos da la sensación de pérdida de libertad. El tóxico acostumbra a ser
invasivo y agresivo; invade nuestro espacio y nuestras conversaciones,
pontificando y juzgando nuestra vida y opiniones. Sin embargo, hay personas
que logran ser tóxicas sencillamente con su expresión corporal, sus
comentarios ácidos y su ironía puntual, generando esa misma sensación en el
otro. Este último tipo es más difícil de analizar porque su actitud y motivos
son inteligentes y sutiles, y la influencia negativa que ejercen suele ser
deseada por alguna razón que conviene desentrañar. En todos los casos la
coexistencia con alguien así resulta agotadora y uno se irrita profundamente
cuando estas personas se cruzan en nuestro camino.