Page 141 - Querido cerebro, ¿qué coño quieres de mí?
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vida —aunque quien más nos ha influido han sido nuestros cuidadores
primarios cuando éramos pequeños—. ¿Te acuerdas de lo que dije al
inicio del capítulo de que bailamos con nosotros mismos según cómo los
demás bailaron con nosotros? Pues aquí me refiero justo a eso.
¿Y cómo nos influye lo que nos dijeron y cómo nos trataron en nuestra
idea de nosotros?
Si cuando éramos pequeños nuestros cuidadores/iguales nos trataron bien, pensaremos
que somos seres humanos que merecen respeto, atención y amor.
Si cuando éramos pequeños nuestros cuidadores/iguales nos maltrataron, pensaremos
que somos personas que no se merecen respeto, atención y amor.
Esta idea de nosotros se puede cambiar —como todas las ideas—.
Muchas personas no son conscientes de esto y se sienten totalmente
atrapadas en esta forma de verse, pero que nos hayan maltratado en
nuestra vida no tiene por qué determinar que nos sigamos viendo mal
para siempre. Todos merecemos vernos como seres humanos que
merecen respeto, atención y amor.
Todos podemos cambiar, pero es más fácil si no nos
tratamos como si fuéramos mierda.
Normalmente suele ocurrir que cuando hemos aprendido a vernos
como indignos de amor desde pequeños, nos maltratemos de adultos sin
ni siquiera ser conscientes de ello. Podemos maltratarnos de muchas
maneras: ignorando nuestras necesidades, tomando drogas, haciendo
ejercicio excesivo, autolesionándonos —cortándonos, haciéndonos
heridas, etc.—, manteniendo relaciones abusivas, hablándonos mal, etc.
El problema de este automaltrato es que todavía hace más fuerte la idea