Page 105 - Hauser
P. 105
Historia social de ia literatura y el arte
trata de tres cosas distintas: una voluntad, un deber y una necesi
dad. La inclinación individual en el drama moderno está frente a
dos distintos órdenes objetivos de la realidad; uno ético-normativo
y otro físico-fáctico. El idealismo filosófico describe las leyes de la
experiencia como meramente accidentales, en contraste con la vali
dez universal de las normas éticas, y, de acuerdo con este idealis
mo, la moderna teoría neoclásica considera corruptor el predomi
nio en el drama de las condiciones materiales de la existencia. Pero
afirmar que la dependencia del héroe de su ámbito material frustra
toda manifestación voluntaria, todo conflicto dramático, todo efec
to trágico, y hace por sí misma problemática la posibilidad del
drama, no es otra cosa que un prejuicio romántico idealista. El
mundo moderno, naturalmente, ofrece a la tragedia, como conse
cuencia de su moral conciliadora y del sentido no trágico de la vida
en la burguesía, menos material que el que le ofrecían las edades
anteriores. El público burgués prefiere las obras con un happy
ending a las grandes tragedias torturantes, y, como Hebbel señala
en el prólogo a su María Magdalena, no encuentra ninguna dife
rencia esencial entre trágico y triste. Este público no comprende
simplemente que la tristeza no es en sí trágica, y que lo trágico no
es necesariamente triste.
El siglo XVIII era aficionado al teatro y fue para la historia
del drama un período inusitadamente fértil, pero no fue un perío
do trágico, no fue una época que considerase el problema de la
existencia humana en forma de alternativas sin componenda posi
ble. Las grandes épocas de la tragedia son aquéllas en las que se reali
zan los desplazamientos sociales revolucionarios y una clase domi
nante pierde súbitamente su poder y su influencia. Los conflictos
trágicos giran usualmente en torno a los valores que constituyen la
base moral del poder de esta clase, y la ruina del héroe simboliza y
transfigura la ruina que amenaza a la clase como conjunto. Tanto
la tragedia griega como el drama inglés, español y francés de los
siglos XVI y XVII aparecen en tales períodos de crisis y simboli
zan el destino trágico de sus aristocracias. El drama heroíza e idea
liza su ruina de acuerdo con el concepto del público, que en gran
parte se compone ya de miembros de la misma clase que decae.
106