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I
Rococó, clasicismo y romanticismo
También en el caso del drama shakespeariano, cuyo público no está
dominado por esta clase y donde el poeta no está del lado de la
clase social amenazada de ruina, la tragedia extrae su inspiración,
su concepto del heroísmo y su idea de la necesidad, de la perspec
tiva que le ofrece el destino de las antiguas clases dominantes. En
contraste con estas épocas, los períodos en que impone el tono
una clase social que cree en su triunfo definitivo no son favorables
para el drama trágico. Su optimismo, su fe en la capacidad de vic
toria de la razón y de la justicia, impiden el resultado trágico de la
complicación dramática o buscan hacer de la necesidad trágica una
equivocación trágica. La diferencia entre las tragedias de
Shakespeare y de Corneille, de un lado, y las de Lessing y Schiller,
de otro, consiste en que en las primeras la ruina del héroe es una
sublime necesidad y, en las otras, mera necesidad histórica. No hay
orden social imaginable en el que Hamlet o Antonio no tengan
que caer inevitablemente en la ruina; pero los héroes de Lessing y
Schiller, Sara Sampson y Emilia Galotti, Fernando y Luisa, Carlos
y Posa, pueden, por el contrario, ser felices y estar alegres en cual
quier otra sociedad y en cualquier otro tiempo, excepto en los
suyos propios, es decir en los de sus autores. Una época que con
sidera la infelicidad de los hombres como algo condicionado his
tóricamente, y no la considera como un hado inevitable e irrepa
rable, puede, sin embargo, crear tragedias, incluso importantes,
pero en cambio no puede en modo alguno decir en esta forma su
palabra última y más profunda. Con todo, puede ser exacto decir
que «cada época engendra su propia necesidad y, por lo tanto, su
propia tragedia» 97; sin embargo, el género representativo de la
Ilustración no fue la tragedia, sino la novela. En épocas de tragedia,
los representantes de las viejas instituciones combaten el concepto
del mundo y las aspiraciones de la nueva generación; y en épocas
en que prevalece el drama no trágico, por lo general la generación
joven combate las viejas instituciones. El individuo aislado, natu
ralmente, puede estrellarse contra tales instituciones lo mismo que
puede ser exterminado por los representantes de un mundo nuevo.
1)1A. Elosser, op. cit., pág. 215.
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