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Rococó, clasicismo y romanticismo
frecuentemente también de caer en el mal gusto. El caso de David
tiene una importancia especial para la sociología del arte, pues pro
bablemente no hay a lo largo de toda la historia otro ejemplo se
mejante para refutar de manera tan incuestionable la tesis de la in
compatibilidad de los designios políticos prácticos y la calidad
auténticamente artística. Cuanto más íntimamente estaba ligado a
los intereses políticos y más completamente colocaba su arte al ser
vicio de tareas propagandísticas, mayor era el valor artístico de sus
creaciones. Durante la Revolución, cuando todos sus pensamientos
giran en torno a la política y pinta Juramento en el Juego de la Pelota
y Muerte de Marat, está en la cumbre de su pujanza artística. Y bajo
el Imperio, cuando al menos podía identificarse con los propósitos
patrióticos de Napoleón y era indudablemente consciente de lo
que la Revolución, a pesar de todo, debía al dictador, su arte siguió
siendo vivo y creador mientras se ocupó de tareas prácticas. Sin
embargo, más tarde, en Bruselas, cuando perdió toda relación con
la realidad política y no era otra cosa que un pintor, descendió al
punto más bajo de su desarrollo artístico. Si bien estas correlacio
nes no demuestran de manera absoluta que un pintor deba estar in
teresado en la política y ser de mentalidad progresista para pintar
buenos cuadros, sí demuestran, sin embargo, que tales intereses y
tales designios no estorban en modo alguno la creación de buenos
cuadros.
Se ha asegurado con frecuencia que la Revolución fue artísti
camente estéril y que sus creaciones se movieron denrro de los lí
mites de un estilo que no era otra cosa que la continuación y la
consumación del antiguo clasicismo rococó. Se ha resaltado que el
arte del período revolucionario puede ser denominado revolucio
nario con referencia a su contenido y a sus ideas, pero no respecto
a sus formas y a sus medios estilísticos 147. La Revolución, efectiva
mente, se había encontrado con el clasicismo más o menos hecho,
pero le dio en cierto modo nuevo contenido y nuevo sentido. El
clasicismo de la Revolución parece no original y no creador sólo
w George Plejánov, Art and Society, 1937, pág. 20; (ed. case., Arte y sociedad); Louis
I lourticq, La Peinture fran$aise au X V lll' siécle, 1939, págs. 145 sigs.; Alberr Thibaudet,
liist. de la Un. fran$, de 1789 d nos jours, 1936, pág. 5.
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