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Historia social de la literatura y el arte
rendidos, y en qué medida lo estuviera; artistas y escritores se pro
ponían con todo su ánimo corresponder a los deseos de este públi
co, en contraste con el período romántico y posromántico, en los
que ya no se someten al gusto y las exigencias de ningún grupo co
lectivo y están dispuestos siempre a apelar contra el juicio de al
guien ante un tribunal distinto. Se encuentran con su creación en
una tensión constante y en una eterna situación de lucha frente ai
público; permanentemente se constituyen grupos de conocedores y
aficionados, pero esta formación de grupos está en constante fluir
y destruye toda continuidad en las relaciones entre arte y público,
Eí origen común del clasicismo de David y de la pintura ro
mántica, que está en ia Revolución, se expresa también en que el
romanticismo no comienza siendo un ataque al clasicismo y no so
cava la escuela de David desde fuera, sino que al principio aparece
precisamente en los más cercanos y más calificados discípulos del
maestro, en Gros, Girodet y Guérin. La rígida separación entre las
dos tendencias estilísticas tiene comienzo entre 1820 y 1830,
cuando el romanticismo se convierte en el estilo del elemento ar
tísticamente progresista, y el clasicismo en el del conservador, que
acata todavía incondicionalmente la autoridad de David. Al gusto
personal de Napoleón y a la naturaleza de las tareas que sus artis
tas habían de resolver correspondía mejor que cualquier otra cosa
la forma híbrida de clasicismo y romanticismo creada por Gros.
Napoleón buscaba alivio para su racionalismo práctico en obras de
arte románticas y era inclinado al sentimentalismo cuando no con
sideraba el arte como medio de propaganda y ostentación. Esto ex
plica sus preferencias por Ossian y Rousseau en la literatura y por
lo pintoresco en la pintura m . Cuando Napoleón nombró a David
su pintor de corte no hizo otra cosa que seguir ia opinión pública;
sus simpatías personales pertenecían a Gros, a Gérard, a Vernet, a
Prudhon y a los «pintores anecdóticos» de su tiempo 152. Por otra
parte, todos ellos tenían que pintar sus batallas y victorias, sus fes
tividades y ceremonias, tanto el melindroso Prudhon como el ro-
l>l León Rosenrhal, La peinture román ti que, 1903, págs, 25 sig.
Frangois Benoít, op. cit,, pág. 171.
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