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Historia social de la literatura y el arte
más rígidas; de ahora en adelante, todo intento de cultura autorita
ria tropieza con una oposición invencible. La Revolución había de
mostrado que ninguna institución humana es inalterable; pero con
esto pierden también las ideas impuestas a los artistas toda pre
tensión de representar una norma superior, y, en vez de merecer la
confianza en su verdad, despiertan sólo sospechas sobre su obliga
toriedad. Los principios del orden y la disciplina perdieron su in
fluencia estimulante en el arte, y la idea liberal se convirtió a par
tir de ahora -sí, efectivamente, sólo a partir de ahora- en fuente de
inspiración artística. Napoleón no pudo espolear a sus artistas y es
critores a ninguna creación importante, a pesar de los premios, re
galos y distinciones que les concedía. Los autores realmente pro
ductivos de la época, gente como Madame de Staél y Benjamin
Constant, eran disidentes y exiliados l5S.
La aportación más importante del Imperio en el terreno del
arte consistió en la estabilización de las relaciones creadas durante
el período revolucionario entre productores y consumidores. El pú
blico burgués, que había surgido en el siglo XVIII, se consolidó y
desempeñó en lo sucesivo un papel decisivo como círculo interesa
do en las artes plásticas. El público de la literatura francesa del si
glo XVII estaba compuesto por unos miles de personas; era un círcu
lo de aficionados y conocedores, cuyo número estimaba Voltaire en
dos mil o tres mil 159. Esto no significaba, naturalmente, que este
público se compusieva exclusivamente de gente que tuviera juicio
artístico independiente, sino, sólo, que poseía ciertos criterios de
gusto, los cuales capacitaban a sus miembros para distinguir lo que
tenía valor de lo que no lo tenía dentro de unos límites por lo co
mún bastante estrechos. El público de las artes plásticas era, natu
ralmente, más reducido todavía, y se componía exclusivamente de
coleccionistas y conocedores. Hasta el período de la disputa entre
los partidarios de Poussin y de Rubens el público del arte no dejó
de estar constituido exclusivamente por especialistas 16°, y sólo en
el siglo XVIII abarcó también a gente que se interesaba por los
Petit de Julleviüe, Hist, de la langue et de la litt. fran$,, VII, 1899, pág. 110.
lv; Henrí Peyre, Le classicisme frangais, 1942, pág. 37. (Ed. cast., El clasicismo francés.)
A. Dresdner, op, cit,, pág, 128.
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