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Rococó, clasicismo y romanticismo








                   yen ya los actos  de  un drama, sino  las  escenas de una revista.  Una


                   sonata  o  una sinfonía clásicas eran  un  mundo  en pequeño:  un  mi­


                   crocosmos.  Una  suite  musical  como  Carnaval  de  Schumann,  o



                  Années de  Pélmnage,  de  Liszt,  es  como  el  álbum  de  bocetos  de  un


                   pintor:  puede  contener  magníficos  detalles  lírico-impresionistas,


                   pero  renuncia de  antemano a producir  la  impresión de totalidad y


                   de unidad  orgánica,  Incluso  la preferencia por el poema sinfónico,



                   que en Berlioz, Liszt, Rimsky-Korsakoff,  Smétana y otros desplaza


                   a la  sinfonía,  es  ante  todo  un  signo de  la  incapacidad  o  la  indeci­


                   sión para  representar el mundo como un conjunto.



                             Este cambio de forma está, por lo demás, en  relación también


                   con las  inclinaciones literarias de los compositores y su propensión


                   a la música de programa. La mezcla de formas, que se hace notar en


                   todas partes,  se manifiesta en  la música ante todo  en que los com­



                   positores  románticos  son  con  frecuencia  escritores  bien  dotados  e


                   importantes.  Es  perceptible  también  en  la pintura  y  en  la  poesía


                   ilc la época una relajación de la estructura, pero la desintegración de



                   las  formas  no  se  consuma  en  absoluto  tan  rápidamente  ni  es  tan


                   amplia como en la música. La explicación de esta diferencia está en


                   parte en  que  la  estructura cíclica  «medieval»  ha  sido  ya  superada


                   hace  tiempo  en  las  otras  artes,  mientras  que  en  la  música,  por  el



                   i ontrario,  sigue  siendo  predominante  hasta  mediados  del  siglo


                   XVIII, y  sólo después de la muerte de Bach comienza a ceder ante


                   11 unidad  formal.  En la música era mucho más  fácil, por  lo tanto,

                    .

                   volver a ella que en la pintura, por ejemplo, donde se la considéra­


                   te!  totalmente anticuada. El interés histórico del romanticismo por


                   11 música antigua y  el  restablecimiento  del  prestigio de  Bach  tie­
                    .

                   nen sólo, sin embargo, una participación limitada en la disolución



                   i le la forma de sonata, y la auténtica razón del proceso hay que bus-



                   >.irla en un cambio de gusto que en lo fundamental está basado en


                   mot     ivos sociológicos.


                             En el romanticismo se consuma el desarrollo comenzado en la


                   -a g unda mitad del siglo XVIII:  la música se convierte en posesión


                   >tu tusiva de la burguesía.  No solamente  las  orquestas  se  trasladan


                   ilc  las  salas  de  fiestas  de  los castillos  y palacios  a  las  salas  de con-



                   • m ío que  llena  la  burguesía,  sino  que  también  la  música de  cá­






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