Page 247 - Hauser
P. 247

H istoria social de  la  literatura y el  arte








                          El siglo XIX,  o lo que por tal solemos entender,  comienza al­


               rededor de  1830. Durante la Monarquía de Julio, y no antes, se de­


               sarrollan  los fundamentos  y  los  perfiles  de este siglo,  el  orden  so­



               cial  en  que  nosotros  mismos  estamos  arraigados,  el  sistema


               económico cuyos principios y antagonismos perduran hoy  todavía,


               y  la literatura en  cuyas formas  nos  expresamos  hoy por  lo general.


               Las novelas de Stendhal y Balzac son los primeros libros que tratan



               de  nuestra propia  vida,  de  nuestros  propios  problemas  vitales,  de


               dificultades  y  conflictos  morales  desconocidos  para  las  genera­


               ciones anteriores. Julián Sorel y Matilde de la Mole, Lucien de Ru-



               bempré  y  Rastignac  son  los  primeros  personajes  modernos  de  la


               literatura  occidental,  nuestros  primeros  contemporáneos  intelec­


               tuales.  En  ellos  encontramos  por  primera vez  la  misma  sensibili­


               dad que vibra en nuestros propios nervios, y, en la imagen de su ca­



               rácter,  los  iniciales  rasgos  de  la  diferenciación  psicológica  que,  a


               nuestro juicio, forma parte de la naturaleza del hombre actual.  De


               Stendhal  a  Proust,  de  la generación  de  1830  a la de  1910,  somos



               testigos  de  un  desarrollo  intelectual  homogéneo  y  orgánico.  Tres


               generaciones luchan con los mismos problemas y durante setenta u


               ochenta años el curso  de  la historia permanece  inmutable.


                         Todos  los  rasgos  característicos  del siglo son  identificables  ya



               hacia  1830.  La burguesía está en plena posesión de su poder, y tie­


               ne  conciencia de ello.  La aristocracia  ha desaparecido de  la escena


               de  ios acontecimientos  históricos y lleva una existencia meramen­



               te privada. El triunfo de la clase media es indudable e indiscutible.


               Es  cierto  que  los  triunfadores  constituyen  una  clase  capitalista


               enteramente  conservadora  y  no  liberal,  que  en  parte  ha  adoptado


               sin  modificación  alguna  las  formas  administrativas  y  los  sistemas



               de gobierno  de  la antigua aristocracia,  pero sus  miembros  no son


               en modo alguno  ni aristócratas ni tradicionalistas en sus formas de


              vida  y  su  ideología.  El  romanticismo  fue  ya  sin  duda  un  movi­



               miento burgués en lo esencial, que hubiera sido inconcebible sin la


               emancipación de  la clase  media,  pero  los  románticos  se comporta­


               ron  con  frecuencia  de  modo  sumamente aristocrático  y  coquetea­


               ron con  la idea de dirigirse a ia nobleza como a su público propio.



               Después de  1830 cesan estas veleidades, y se hace evidente que fúe-






                                                                                 248
   242   243   244   245   246   247   248   249   250   251   252