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Naturalismo e  impresionismo







               que elegir  entre diferentes posibilidades  temáticas,  ni el problema


               moral de necesitar definirse entre diferentes estratos de la sociedad.



               En el siglo XVIII se divide por vez primera el público en dos cam­


               pos diferentes y  el  arte en  dos  tendencias  estilísticas  rivales.  En  lo


               sucesivo,  todo artista se encuentra entre dos órdenes opuestos, en­



               tre  el  m undo  de  la  aristocracia  conservadora  y  el  de  la  burguesía


               progresista,  entre  un  grupo  que  se  mantiene  aferrado  a  los  viejos


               valores  heredados,  presuntamente  absolutos,  y  otro  que  sostiene



               que incluso estos valores -y  principalmente éstos- están condicio­


               nados  temporalmente,  y  que  hay  también otros,  más  actuales,  los


               cuales corresponden más exactamente al bien común.  La burguesía


               renuncia  a  sus  modelos  aristocráticos  y  la  misma  aristocracia  co­



               mienza a dudar de la vigencia de su tabla de valores y pasa en par­


               te  al  cam po  de  la  burguesía  para  fomentar  una  literatura  que  es


               hostil y  perniciosa a sus propios  intereses.  Esto provoca una situa­



               ción totalm ente nueva para los escritores: los que continúan al ser­


               vicio  de  las  clases  conservadoras,  de  la  Iglesia,  de  la  corte  y  de  la


               nobleza  cortesana,  se convierten  en  traidores  para sus  compañeros


               de  clase;  por  el  contrario,  los  que  representan  la  concepción  del



               mundo  de  la  burguesía  triunfante  desempeñan  una función  como


               nunca hasta ahora la habían desempeñado  los escritores importan-


               i es,  exceptuadas  algunas  personalidades  aisladas:  luchan  por  una



               <lase oprim ida,  o al menos por una clase que todavía no  ha conse­


               guido apoderarse del poder 4. Ya no encuentran la ideología de este


               iniblico fijada y hecha, sino que tienen que colaborar en ella, en su


               sistema de conceptos, en sus categorías filosóficas y su escala de va­



               lores.  Ya  no  son  simplemente  portavoces  de  sus  lectores;  son  al


               mismo tiem po sus abogados y maestros, e incluso recobran algo de


               .ujuella dignidad sacerdotal perdida hace tanto tiempo que no po­



               seyeron  ni  los  poetas  de  la antigüedad  ni  los  del  Renacimiento,  y


               mucho  menos  los  clérigos  de  la  Edad  Media,  cuyos  lectores  eran


               también  clérigos,  y  que  como  escritores  no  tuvieron  contacto  al­


               guno con el público lego.  Durante la Restauración y la Monarquía



               de Julio  los  literatos perdieron la posición privilegiada que habían








                         * l b / d . ,   pág.  981.





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