Page 252 - Hauser
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Naturalismo e impresionismo
sición al compromiso, a la tendencia a vivir sin objetivos y morir
oscuramente. La novela desilusionada del romanticismo contenía
todavía algo de la idea de la tragedia que hacía victorioso hasta en
su derrota al héroe que luchaba contra la realidad trivial; en la no
vela del siglo XIX, por el contrario, el héroe aparece íntimamente
vencido incluso cuando consigue sus propósitos prácticos, y con
frecuencia precisamente por alcanzarlos. Nada más lejos de la idea
del joven Goethe, Chateaubriand o Benjamin Constant que el ha
cer dudar a sus héroes de la razón de ser de su propia personalidad
y de sus objetivos en la vida. La novela moderna es la primera en
crear el remordimiento del héroe en conflicto con el orden social
burgués excelente, y en obligarle a reconocer las costumbres y con
vencionalismos de la sociedad, al menos como reglas del juego.
Werther es todavía la personalidad excepcional a la que el poeta
concede de antemano el derecho a rebelarse contra el mundo des
considerado y prosaico; Wilhelm Meister, por el contrario, termi
na sus años de aprendizaje con la idea de que hay que adaptarse al
mundo en que uno se encuentra. La realidad exterior carece de sen
tido y de alma en mayor medida porque se ha vuelto más mecáni
ca y más autárquica, y la sociedad, que era hasta ahora el medio na
tural del individuo y su único campo de actividad, ha perdido toda
su significación y todo su valor desde el punto de vista de sus ob
jetivos más elevados, pero, sin embargo, la necesidad de adaptarse
a ella, de vivir en ella y para ella, se ha hecho más fuerte.
La politización de la sociedad, que comenzó con la Revolución
francesa, alcanza su punto culminante bajo la Monarquía de Julio.
1.a contienda entre el liberalismo y la reacción, la lucha por conci
liar las conquistas revolucionarias con los intereses de las clases pri
vilegiadas, continúa y se extiende a todos los campos de la vida pú
blica. El capital financiero triunfa sobre la propiedad territorial, y
t unto la aristocracia feudal como la Iglesia dejan de desempeñar un
papel político de importancia decisiva; los elementos progresistas
csrán frente a los banqueros y fabricantes. El antiguo antagonismo
político y social no se ha mitigado en modo alguno, pero las posi-
t tones se han desplazado. Las contradicciones más profundas se dan
ahora entre el capitalismo industrial, de un lado, y los jornaleros y
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