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Historia  social  de  la  literatura y  el  arte








                    y de la historia de Francia a lo Walter Scott», y Lamartine lamenta


                    que la época de la poesía, es decir de la poesía «romántica», haya pa­


                    sado ya  '.  La  novela naturalista,  que  es  la  creación  más  original  de



                    esta época y la conquista artística más  importante del siglo, a pesar


                    del  romanticismo de  sus  fundadores,  a  pesar del  rousseaunianismo


                    de Stendhal y del melodramatismo de Balzac, es ante todo la expre­



                    sión del espíritu nada romántico de la nueva generación. Tanto el ra­


                    cionalismo  económico  como  la  ideología  política  expresada  en  los


                    términos de la lucha de clases incitan a la novela al estudio de la rea­



                    lidad social y de los mecanismos psicológicos sociales. El objeto y el


                    punto de vista de la observación corresponden por completo a las in­


                    tenciones de la burguesía, y el resultado,  la novela naturalista, sirve


                    como  una  especie  de  libro  de  texto  a  esta  clase  ascendente  y  que



                    tiende  al  dominio  pleno  de  la  sociedad.  Los  escritores  de  la  época


                    crean con ella el instrumento apto para el conocimiento de los hom­


                    bres y para el manejo del  mundo,  y  la conforman a las  necesidades



                    y al gusto de un publico que odian y desprecian. Intentan satisfacer


                   a sus  lectores  burgueses,  tanto si  son  partidarios  de Saint-Simon y


                    Fourier como si  no  lo son, y creen en el arte social o en  «el arte por


                   el arte» porque no hay un público lector proletario y, aunque lo hu­



                   biera, su existencia no podría sino causarles dificultades.


                              Hasta el  siglo  XVflí  los autores  no eran  otra cosa que porta­


                    voces de su público 2; administraban los bienes intelectuales de sus



                    lectores,  de  igual  modo  que,  como  empleados  y  funcionarios,  ad­


                    ministraban  sus  bienes  materiales.  Ellos  aceptaban  y  sancionaban


                    los  principios  morales  y  los  crirerios  estéticos  reconocidos por  to­


                    dos; no los inventaban  ni los modificaban. Escribían sus obras para



                    un público claramente definido y perfectamente  delimitado,  y  no


                    pretendían en  modo alguno adquirir  nuevos  clientes  o ganar nue­


                    vos lectores.  No había, pues, tensión alguna entre el público real y



                    el ideal  \   El escritor no conocía ni el problema torturante de tener








                              1 Henri  G uillem in, Le Jocelyn de Lamartine,  1936, pág.  59-
                              2  Cf. para Ío que sigue Jean-Paul Sarrre, Qu’est-ce que la littérature?, en  «Les Temps

                   Modernes»,  1947,  II,  págs.  971  sigs.  (Ed.  cast., ¿Qué es  literatura?)  También  en Situa-

                   tions.  II,  1948; (ed.  case., Situaciones).


                              *  Ibid.\t  pág.  976.





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