Page 421 - Hauser
P. 421

Historia social  de  la literatura y el  arte








                 tencia como  lucha y competición,  que  transforma  todo ser en mo­


                 vimiento y cambio, y para el que la experiencia del  mundo se con­


                 vierte cada vez más en experiencia temporal, es el producto de esta


                 evolución doble y, sin embargo, profundamente  unitaria.



                            El predominio del  momento sobre  la duración  y  la persisten­


                 cia, el sentimiento de que todo fenómeno es una constelación pasa­


                 jera y única,  una ola fugitiva del  río en  el  que  no  se  baña  uno dos



                 veces,  es  la  forma  más  simple a que  puede  ser  reducido  el  impre­


                 sionismo.  Todo  el  método  impresionista,  con  todos  sus  medios  y


                 conceptos  artísticos,  quiere,  ante  todo,  traer y  acentuar este  senti­


                 do heracliteano del  mundo de que la realidad  no es  un ser, sino un



                 devenir,  no un  estado, sino un ocurrir.  Toda  imagen  impresionista


                 es la expresión de un momento en  el perpetuum mobile de la existen­


                 cia,  la representación de un equilibrio inestable,  siempre amenaza­



                 do,  en  el  juego  de  las  fuerzas  contendientes.  El  modo  de  ver  im­


                 presionista  transforma  la  imagen  natural  en  un  proceso,  en  un


                 surgir  y  un  transcurrir.  Disuelve  todas  las  cosas  estables  y  fir­


                 memente trabadas en una metamorfosis, y presta a la realidad el ca­



                 rácter de lo imperfecto y lo no terminado. La reproducción del acto


                 subjetivo de la percepción en vez del sustrato objetivo del ver, con


                 el  que  comienza  la  historia  de  la  moderna  pintura  perspectivista,



                 llega aquí a su perfección. La representación de la luz, del aire y de


                 la atmósfera,  la descomposición de las superficies de color en man­


                 chas  y puntos,  la disolución de los colores  locales en valores de ex­


                 presión atmosféricos y perspectivistas, el juego de las reflexiones de



                 la luz y  las  sombras  iluminadas,  el punto palpitante y  tembloroso,


                 y  la  pincelada  abierta,  suelta,  libre,  toda  la  pintura  improvisada,


                 con su dibujo rápido, abocetado, el aspecto fugitivo, aparentemen­



                 te descuidado,  y el  descuido virtuosista de  la reproducción,  no ex­


                 presan,  en  última  instancia,  otra cosa  que  el  sentimiento  de aque­


                 lla  realidad  en  movimiento,  dinámica,  concebida  en  constante


                 modificación,  que  ha  comenzado con  la subjetivación  de  la repre­



                 sentación pictórica a través  de  la perspectiva.


                           Un mundo cuyos fenómenos cambian siempre y por medio de


                 innumerables  e  imperceptibles  transiciones  produce  la  impresión



                 de una continuidad en la que todo se funde, y en la que no hay otras






                                                                                    422


                                                                                                                                                                        t i
   416   417   418   419   420   421   422   423   424   425   426