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Naturalismo e  impresionismo








                   «El tratamiento de un  tema según los  tonos y  no según el  tema es


                  lo que diferencia a los impresionistas de los demás pintores»,  esta­


                  blece ya uno de los primeros  historiadores y  teorizantes  del  movi­


                  miento 202.  Se puede concebir esta objetivación y neutralización de



                  los  motivos  como  la  expresión  del  sentido  antirromántico  de  la


                  época,  y  ver  en  ella  la  completa desheroización  y  trivialización  de


                  los objetos artísticos, pero se la puede también considerar como un



                  alejamiento de la realidad y ver la limitación de la pintura a los te­


                  mas  «propios»  como  una decadencia desde el punto de vista natu­


                  ralista.  La sonrisa que los griegos habían descubierto para las artes


                  plásticas y que, como se ha observado, se ha perdido en el arte mo­



                  derno203,  cae víctima del  ver de  manera  «pictórica»;  pero  con  ella


                  desaparece  al  mismo  tiempo  de  la pintura  toda  psicología  y  todo


                  humanismo.



                             La sustitución de la  imagen  táctil por la imagen visual, es de­


                  cir la traslación del volumen corporal y de la forma plástica espacial


                  a  las  superficies,  es  un  paso  ulterior,  interdependiente con  aquella


                  intención artística «pictórica», paso que consuma el impresionismo



                  en  la  imagen  naturalista de la realidad.  Por otra parre,  esta  reduc­


                  ción no es el objetivo, sino, simplemente, un producto accesorio del


                  método.'  La  acentuación  del  color  y  el  deseo  de  transformar  la  su­



                  perficie pictórica en una armonía de efectos de luz y color son lo que


                  absorbe el espacio y disuelve la tectónica de los cuerpos. Pero el im­


                  presionismo reduce no sólo la realidad a una superficie bidimensio-


                   nal,  sino,  dentro  de  esta bidimensionalidad,  a un  sistema de  man­



                  chas sin perfil;  renuncia,  en  otras palabras,  no sólo  a la plasticidad,


                  sino  también  ai  dibujo,  no  sólo a la forma espacial del  objeto,  sino


                  también  a  la  forma lineal.  Lo  que  gana  la  representación  en  diná­



                  mica y atractivo sensual por io que pierde en claridad y evidencia es


                   innegable, y este beneficio era lo más importante para los impresio­


                  nistas.  El público, sin embargo, estimó en más la pérdida que la ga-







                             202  Georges  Riviére,  UExposition  des  Impressionnistes.  L’ímpressionniste.  «Journal


                  d ’Art»,  6 abril  1877.  Reimpreso  en  L.  Venturi,  Les archives de rimpressionnisme,  1939,  II»

                  pág.  309.

                             20}  André Malraux, The Psychology of Art,  en  «Horizon»,  1948» núm.  103, pág,  35.


                  {Ed.  casr.,  'Psicología del arte.)





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