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Naturalismo e  impresionismo








                 vez.  Deiacroix, que descubre la ley de los colores complementarios


                 y  la coloración de las  sombras,  y Constable,  que establece  la com­


                 posición de  los efectos del color en la naturaleza, anticipan ya m u­


                 cho  del  método  impresionista.  La  dinamización  de  la  visión,  que



                 constituye  la  esencia  del  impresionismo,  comienza  con  ellos.  Las


                 aportaciones al plein air en los pintores de Barbizon representan un


                 paso  más  de  la  evolución.  Pero  a  la  aparición  del  impresionismo



                 como movimiento colectivo contribuyen sobre todo,  de  una parte,


                 la experiencia pictórica de la ciudad,  cuyos  primeros  signos  se en­


                 cuentran en Manet y Monet, y, de otra, la unión de los ingenios jó­


                 venes, provocada por la resistencia del público.



                            A  primera vista puede parecer  sorprendente  que  la gran  ciu­


                 dad, con su hacinamiento y su revuelta mezcolanza de gente, pueda


                 haber suscitado este arte  íntimo,  arraigado en el  sentimiento de la



                 originalidad  individual  y  de  la  soledad.  Pero  es  bien  sabido  que


                 nada provoca  una  impresión  de  soledad  tan  grande  como  la estre­


                 cha reunión de muchísimos hombres, y en ninguna parte se siente


                 uno tan solo y perdido como entre una gran m ultitud de gente ex­



                 traña. Estos dos sentimientos fundamentales que trae cosigo la vida


                 en tales ambientes- el sentimiento de  estar solo y pasar  inadverti­


                 do, por un lado, y la impresión del tráfico furioso, del movimiento



                 incesante  y  las  constantes  vicisitudes,  por  otro-  origina  el  senti­


                 miento  impresionista  de  la  vida,  que  une  las  más  sutiles  disposi­


                 ciones de ánimo con el más  rápido cambio de sensaciones.  La acti­


                 tud  negativa  del  público  como  motivo  de  la  aparición  del



                 impresionismo  como  movimiento,  puede  a  primera  vista  parecer


                 igualmente sorprendente. Los impresionistas nunca se conducen de


                 manera agresiva frente al público;  desean permanecer por comple­



                 to  dentro  del  marco  de  la  tradición y  hacen  con  frecuencia  deses­


                 perados esfuerzos por ser reconocidos por las instituciones oficiales,


                 sobre todo por el Salón, al que consideran el camino normal para el


                 triunfo.  De  todas  maneras,  el  espíritu de  contradicción  y  el  deseo



                 de atraer la atención por medio del escándalo desempeñan en ellos


                 un  papel  mucho  menor  que en  la  mayoría de  los  románticos  y  en


                 muchos naturalistas, A pesar de ello, quizá nunca hubo una tensión



                 tan  profunda entre los círculos oficiales  y  la generación de artistas






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