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Historia social de la literatura y el arte
nana a, y hoy, después de que el modo de ver impresionista se ha
convertido en una de las componentes más importantes de nuestra
imagen óptica del mundo, no podemos hacernos ya una idea de cuán
perplejo estaba aquel público frente a esta barahúnda de manchas,
borrones y chafarrinones. Sin embargo, el impresionismo constitu
yó simplemente el último paso en un proceso constante de oscure
cimiento iniciado siglos atrás. Desde el Barroco, la representación
pictórica significaba una tarea cada vez más difícil para la compren
sión por parte del espectador; se volvía cada vez más opaca, y su re
lación con la realidad era cada vez más complicada. Pero el impre
sionismo representa un salto tan osado como ninguna otra etapa de
la evolución anterior, y el efecto sorprendente de las primeras expo
siciones impresionistas no podía compararse con nada que se hubie
se experimentado nunca antes en toda la historia de la innovación
artística. La gente sintió las pinturas rápidas y la carencia de forma
de los impresionistas como una provocación.
Sin embargo, estas innovaciones no agotaron la serie de reduc
ciones de que se vale el método impresionista. Los mismos colores
que utilizan los impresionistas cambian y desfiguran la imagen de
nuestras experiencias habituales. Nosotros, por ejemplo, concebi
mos un trozo de papel «blanco» en todas las luces y a pesar de los
reflejos de color, tal como él se muestra a la luz del día, como blan
co. O sea, en otras palabras: el «color mental» que nosotros asocia
mos con un objeto y que es resultado de una larga experiencia y una
costumbre desaloja la impresión concreta, adquirida por medio de
la percepción inmediata204. El impresionismo recurre a la verdade
ra percepción, más allá de los colores conscientes, teóricamente vá
lidos, lo que por lo demás no es un acto espontáneo ni mucho me
nos, sino que representa un proceso psicológico sumamente
artificioso y extremadamente complicado.
El modo de ver impresionista, finalmente, realiza todavía una
nueva y más sensible reducción en la imagen habitual de la reali
dad, pues no muestra los colores como calidades concretas ligadas
al correspondiente objeto, sino como fenómenos cromáticos abs
tractos incorpóreos e inmateriales, en cierto modo colores en sí. Si
204 G, Marzynski, op. cit., pág. 90.
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