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Hisroria social  de  la  literatura y el  arte







              dad;  se  sienten  en  cierto  modo  responsables  de  los  bienes  cultura­



              les  de  la  nación,  y  aparecen como  conductores  intelectuales profe­


              sionales de la juventud212. Esta intelectualización de la literatura es


              tal vez el  rasgo más sorprendente y de valor más general en la épo­



             ca;  se expresa tanto  en  los  escritores  progresistas  como en  los con­


             servadores 2’3.  Anatole  France  no  se  diferencia  en  este  aspecto  lo


             más  mínimo de  sus  colegas  clericales  y  nacionalistas.  Y si  junto  a


              los Bourget, Barres, Brunetiére, Bergson, e incluso Claudef, no hay



             sino un Anatole  France,  la existencia de este volteriano demuestra


             que el espíritu de la Ilustración no ha muerto en Francia todavía ni


             mucho  menos.  Bastan sucesos como el caso Dreyfus y el  escándalo



             de  Panamá para despertar a tal  espíritu de  su  muerte aparente.


                        Francia  experimenta  hacia  1870  una  de  sus  más  graves  crisis


             espirituales y morales, pero su «Sedan intelectual»  no está en modo


             alguno en relación con su derrota militar, como afirmaba Barres2H,



             y su  «cansancio mortal de la vida»  no proviene de su materialismo y


             su  relativismo,  como piensa Bourget.  De  este  cansancio de  la vida


             están  tan  escasamente  libres  Bourget  y  Barres  como  Baudelaire  y



             Flaubert.  Es parte de la enfermedad  romántica del siglo, y el natu­


             ralismo de Zola, al que la generación de  1885  maneja como víctima


             propiciatoria,  representa  realmente  el  único  intento  serio,  aunque


             insuficiente,  de  superar el  nihilismo que  se  había apoderado de las



             almas.  La  situación  literaria está dominada en  los  últimos  años del


             decenio  del  ochenta  por  los  ataques  contra  Zola  y  la  disolución


             del naturalismo como movimiento predominante. Esta es la impre­


             sión más fuerte que se extrae de las  respuestas a la encuesta organi­



             zada por Jules  Huret,  colaborador del Echo de Parts,  las  cuales  apa­


             recen también  en  1891  bajo el  título Enquete sur l’évolution littéraire


             en forma de libro y constituyen uno de los documentos para la his­


             toria del espíritu de la época.  Huret preguntaba a los sesenta y cua­



             tro escritores  franceses más  relevantes qué pensaban ellos del  natu­


             ralismo:  si, en su opinión,  éste había muerto ya o podía ser salvado


             todavía, y si  no, qué tendencia literaria surgiría en su lugar. La ma­





                        212  Henri Bérenger, Llarhtocraüeintellectutlle,  1895, pág.  3-


                        215  A ib e r t  T h ib a u d e t , Hist. de la litt. fran$.  de  1789 d nos jours,  1963, pág.  430.

                        214  E.  R. Currius, Maurice Barres,  1921, pág.  98.
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