Page 436 - Hauser
P. 436

Naturalismo e impresionismo







                   ganizarlas  en  material  utilizable  es  su  juicio.  También  esta  idea



                   proviene en el fondo, como toda la filosofía de la vie factice,  de Bau-


                   delaire, que quiere  «transformar su deleite en conocimiento», y ce­


                    der  la palabra,  en  el poeta,  al  crítico siempre218,  y  en el  que  el  en­


                    tusiasmo por todo lo que  es artificial llega a tal punto que tiene  la



                    naturaleza,  incluso  moralmente,  por  mediocre.  El  mal  ocurre  sin


                   esfuerzo -afirma  él—  o  sea  naturalmente,  y  el  bien,  por el  contra­
                                                               ,

                    rio,  es siempre producto de un arte, es artificial,  innatural m.



                              Pero  el  entusiasmo  por  la  artificiosidad  de  la  cultura  es  en


                   cierto  modo  otra vez  sólo  una  forma  de  la  fuga  romántica ante  el


                    mundo. Se elige la vida ficticia, artificial, porque la realidad no po­


                   dría  ser  tan  bella  como  la  ilusión,  y  porque  todo  contacto  con  la



                    realidad, todo intento de realizar los sueños y deseos deberían con­


                    ducir a su depravación.  Pero ahora se huye de  la  realidad  social  no


                    hacia  la  naturaleza,  como  hicieron  los  románticos,  sino  hacia  un



                    mundo elevado,  más sublime y más artificioso. En Axel,  de Villiers


                   de l’lsle-Adam (1890,  postuma), una de las  representaciones  clási­


                    cas del nuevo sentimiento de la vida, las formas intelectuales e ima­


                   ginarias  del  ser están siempre sobre  las  naturales  y prácticas,  y  los



                   deseos  irrealizables  dan  siempre  la  impresión de  ser más  perfectos


                   y más satisfactorios que su transformación en la realidad habitual y


                    trivial.  Axel,  con  Sara,  a  la  que  ama,  quería  cometer  un  suicidio.



                    Ella está dispuesta de buen grado a ir con él a la muerte, pero qui­


                   siera, antes de morir, vivir la felicidad de una noche de amor. Axel


                   teme,  sin  embargo,  no  tener  después  valor  para  morir,  y  que  su


                   amor,  como  todos  los  sueños  realizados,  no  resista  la  prueba  del



                   tiempo.  La ilusión completa le  es  más querida que  la realidad  im­


                   perfecta.  Todo  el  mundo  de  ideas  del  neorromanticismo  depende


                    más o menos de este sentimiento; por todas partes  tropezamos con



                   Lohengrines que, como dice Nietzsche, abandonan a sus Elsas en la


                    noche  de  boda.  «¿Vivir?  -pregunta  Axel-,  De  eso  ya  se  cuidan


                    nuestros criados por  nosotros.»










                              213  Baudelaire,  Richard Wagner et Tannhauser d  París,  1861.

                              219  Baudeiaire,  Le peintre  de  la  vie  modeme,  1863>  en  L’art  romantique,  ed.  Ernesc

                    Raynaud,  1931» pág.  79.






                                                                                      437
   431   432   433   434   435   436   437   438   439   440   441