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Naturalismo e impresionismo
había sido todavía adoptada por Tolstói en Guerra y paz. Conside
ra el conflicto entre el individuo y la sociedad no como una trage
dia inevitable, sino como una calamidad, que atribuye, siguiendo
la opinión del siglo XVIII, a la falta de reflexión, comprensión y
seriedad moral. Vive todavía en la época de la Ilustración rusa, en
una atmósfera intelectual de fe en el mundo y en el futuro. Pero
mientras está trabajando en Ana Karenina pierde este optimismo y,
sobre todo, su fe en el arte, al que declara enteramente inútil, e in
cluso dañoso, a menos de renunciar a los refinamientos y sutilezas
del naturalismo e impresionismo modernos, y volverse, de artícu
lo de lujo, en posesión universal de la humanidad. En el extraña
miento entre el arte y las amplias masas y en la restricción del pú
blico a un círculo siempre pequeño reconoció Tolstói un verdadero
peligro. No hay duda de que la extensión de este círculo y el con
tacto con estratos no tan marcadamente culturales de ia sociedad
podrían haber tenido resultados fecundos para el arte. Pero ¿cómo
había de realizarse tal cambio metódicamente y según un plan, si
a los artistas que se habían criado y estaban firmemente arraigados
en la tradición del arte moderno no se les impedía producir obras
de arte, y si no se hacía posible hasta el máximo que ios aficiona
dos, extraños a esta tradición, participaran en actividades artísticas,
con desventaja de los demás? El que Tolstói rechazara el arte alta
mente evolucionado y refinado de su presente, y valorase especial
mente las formas de expresión artística primitivas y «universal-
mente humanas», es un síntoma del mismo rousseaunianismo con
el que juega la carta de la aldea contra la ciudad e identifica la
cuestión social con la de los campesinos. Es fácil comprender por
qué Tolstói no hace m ucho uso de Shakespeare, por ejemplo.
¿Cómo podría un puritano, que odiaba toda exuberancia y virtuo
sismo, encontrar placer alguno en el manierismo de un poeta, aun
que fuera el poeta más grande? Pero es inconcebible que un hom
bre que creó obras artísticamente tan acabadas como Ana Karenina
y ha muerte de Iván llich aceptara sin reservas, de todo el conjunto
de la literatura moderna, aparte de ha cabaña del tío Tom, sólo hos
bandidos, de Schiller; hos miserables, de Víctor Hugo; Canción de na
vidad, de Dickens; Recuerdos de la casa de los muertos, de Dostoievski,
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