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Historia social de la literatura y el arte
ejemplo, en Felicidad fam iliar, había usado tonos flaubercianos ai
describir la degeneración de las grandes pasiones, especialmente la
transformación del amor en amistad. La discrepancia entre ideal y
realidad, poesía y prosa, juventud y vejez, nunca produce en Tols
tói un efecto tan desconsolador como en los franceses. Su desen
canto nunca lleva ai nihilismo, a acusar a todo lo que tiene cuerpo
y vida. La novela occidental está llena de una melindrosa compa
sión por uno mismo y una autodramatización del héroe en conflic
to con la realidad; la culpa del choque la tienen siempre las cir
cunstancias exteriores, la sociedad, el Estado, el entorno social. En
Tolstói, por el contrario, cuando se liega a una colisión, el yo sub
jetivo es tan culpable como la realidad objetivalas. Pues si la vida
vigilante posee muy poca alma, el héroe desengañado tiene dema
siada alma, es demasiado poético y utópico; si a una le falta la to
lerancia para con los soñadores, al otro le falta el sentido de la rea
lidad.
El hecho de que la forma de las novelas de Tolstói sea tan di
ferente de las occidentales está ligado principalmente con este con
cepto del yo y del mundo y con la desviación de este concepto res
pecto de la concepción flaubertiana. El alejamiento de la norma
naturalista es aquí, en realidad, tan grande como en Dostoievski,
sólo que el alejamiento de Tolstói de ella va en dirección opuesta.
Si las novelas de Dostoievski tienen una estructura dramática, las
de Tolstói tienen un carácter épico, como de epopeya. Ningún lec
tor atento puede haber dejado de sentir la fluyente corriente ho
mérica de estas novelas, ni haber dejado de experimentar el cuadro
panorámico y panteístico del mundo que despliegan. Tolstói mis
mo comparaba sus novelas a las obras de Homero, y la compara
ción se ha convertido en una fórmula rígida de la crítica tolstoia-
na. La calidad de la forma, nada romántica, nada dramática, sin
énfasis, y el prescindir de todo clímax e intensidad teatral, han sido
siempre considerados homéricos. La concentración dramática de la
novela, que ocurrió primero con la transformación de la forma
picaresca del siglo XVIII en la biografía del prerromanticismo, no
188 G eorg Lukács, Nagy orosz realistak, B udapest, 1946, pág. 92.
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