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Historia social  de  la  literatura y  el  arte







              sino  tam bién  del  efecto  revolucionario  de  un  reaccionario  nato.


                        El  racionalismo sin  concesiones  preserva el  arte y  la doctrina



              filosófica  d e Tolstói del destino  de la esterilidad y la ineficacia. Su


              mirada aguda y despierta para las  realidades  físicas  y psíquicas,  su


              repugnancia a engañarse a sí mismo y a los demás mantienen su re­



              ligiosidad  libre de  todo misticismo y dogmatismo y  hacen que  su


              moralismo  cristiano  se  convierta  en  un  factor político efectivo.  El


              entusiasmo  de  Dostoievski  por  la ortodoxia  rusa  le es  tan  extraño


              como  la  fe  en  la Iglesia de  ios eslavófilos  en general.  También a la



              fe  llega  p o r  un  camino  racional,  pragmático,  nada  espontáneo líi6.


              Su  llamada  conversión es  un proceso completamente racional, que


              se  realiza  sin  ninguna  experiencia  religiosa  inmediata.  Fue,  como



              él  dice  en  Confesión,  «un  sentimiento  de  angustia,  orfandad,  sole­


              dad,»  lo  que  le  hizo  cristiano.  No  una vivencia mística  de Dios  y


              del más allá, sino la insatisfacción de sí mismo, el afán de hallar un


              sentido y  un  objetivo  a la vida,  la desesperación por la propia nu­



              lidad  y vaciedad,  y,  ante  todo,  su desmesurado  miedo  a la  muerte


              son  los  que  hacen  de  él  un  creyente.  Se  convierte  en  apóstol  del


              amor a partir de la conciencia de la propia falta de amor, ensalza la



              solidaridad  humana  para  contrarrestar  su  desconfianza  por  los


              hombres  y  su  desprecio  de  ellos,  y  proclama  la  inmortalidad  del


              alma  hum ana  porque  no  puede  soportar  el  pensamiento  de  la


               muerte.  Toda su práctica religiosa es  un ascetismo  «racional en su



              fin», un ejercitarse en el cristianismo siguiendo el modelo oriental.


               Pero su  huida del  mundo  tiene más  bien  un  carácter aristocrático


              y señorial  que cristiano y humilde; renuncia al mundo porque éste



               no  se  deja dominar ni poseer por entero.


                         El  concepto  de  gracia  es  el  único  elemento  irracional  en  la


               mentalidad  religiosa de Tolstói.  El escritor recoge en Cuentos popu­


               lares  una  vieja  leyenda  que  se  remonta  a  fuentes  medievales.  En



               tiempos muy remotos vivía en una isla solitaria un santo ermitaño.


               Un  día  desembarcaron  unos pescadores  en  las proximidades  de su


               choza, entre ellos un  viejo que era tan  simple  que apenas  se podía



               expresar  bien  y  que  no  sabía  rezar.  El  solitario  quedó  profunda­







                         m   Ibid.,  pág.  9; Janko Lavrin, Tolstoi,  1944, pág. 94.
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