Page 411 - Hauser
P. 411

Historia social  de la literatura y ei arte







              produce  una  impresión  magnífica  y  parece  que  vale  mil  rublos;


              pero de pronto se da uno cuenta de que tiene  un defecto y cojea, y



              se  comprueba  con  sentimiento  que  no  vale  ni  dos  perras.  Dos­


              toievski  tenía  en  verdad  un  defecto  al  andar,  y  produce  siempre,


              jun to  al  robusto  y  sano  Tolstói,  cierta  impresión  patológica,  lo


              m ism o  que  Rousseau  junto  al  razonable  y  equilibrado  Voltaire.



              Pero las categorías en este caso no se pueden distinguir ya tan lim­


              piam ente  como  en  Voltaire  y  Rousseau.  Tolstói  mismo  muestra


              toda una serie de  rasgos  rousseaunianos y está en  muchos aspectos



              más  cerca del  rousseaunianismo que Dostoievski.  Su ideal de sim­


              plicidad,  naturalidad  y  verdad  es  sólo  una  variante  del  «malestar


              ante  la  cultura»  de  Rousseau,  y  su  nostalgia  del  idilio  aldeano



              principal no es  más que la renovación del viejo romanticismo ene­


              m igo  de  la  civilización.  No  en  vano  cita  las  palabras  de  Lichten-


              berg  de  que  se acabará  la  humanidad  cuando ya  no haya más  sal­


             vajes.



                         También en este  rousseaunianismo se expresa sólo el miedo a


              la soledad, al desarraigo, a la falta de refugio social. Tolstói conde­


             na  la  cultura moderna por sus efectos diferenciadores  y maldice el



             arte  de Shakespeare, Beethoven y Pushkin porque divide la huma­


             nidad en estratos distintos, en lugar de reuniría. Lo que en las doc­


             trinas de Tolstói podría ser llamado colectivismo y lucha contra las



             diferencias de clase, apenas tiene nada que ver con la democracia y


             el  socialismo;  es  más  bien  la  nostalgia  de  un  intelectual,  que  se


             siente solo, por una comunidad de la que, ante todo, espera la pro­


             pia salvación. Cuando Cristo pidió al joven rico que repartiera todo



             lo  q u e   poseía  entre  los  pobres,  pretendía,  según  la  exégesis  de


             H enry George, ayudar no a los pobres, sino al  joven rico. También


             en el sentido de Tolstói se debería ayudar ante todo ai  «joven rico».



             La perfección propia y la salvación del alma son su verdadero obje­


             tivo.  Este  espiritualismo  y  egocentrismo  condicionan  el  carácter


             irreal y utópico de su mensaje social  y las  íntimas contradicciones


             de  su  doctrina política.  Este  ideal  moral  privado provoca su  quie­



             tism o, su repudio de la resistencia violenta contra el mal y su afán


             de  reformar las almas en lugar de la realidad social.  «Nada es más


             dañoso  para  los  hombres  -escribe  en  su  proclama A l pueblo  de  los






                                                                                412
   406   407   408   409   410   411   412   413   414   415   416