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Naturalismo e impresionismo
resultado apenas parece tener nada que ver con la novela en el sen
tido anterior. La forma dostoievskiana representa, por cierto, la
continuación inmediata de la novela social y psicológica, pero a
la vez significa el comienzo de un proceso nuevo. Lo que se suele
designar como su estructura dramática está orientado según un
principio formal completamente distinto de la unidad de la nove
la romántica amorosa y de formación de carácter, que había disuel
to la antigua forma picaresca. Representa más bien un retorno a la
novela picaresca, dado ya que los momentos dramáticos están dis
tribuidos por toda la novela y forman varios puntos autónomos de
concentración. Con esta supresión de la continuidad en beneficio
de una serie de episodios esenciales, llenos de expresión, pero com
puestos a modo de mosaico, anticipa el principio formal de la no
vela expresionista moderna. El relato cede ante el diálogo, el aná
lisis psicológico y la discusión filosófica, y la novela se convierte en
una colección de escenas dialogadas y de monólogos íntimos, que
el autor acompaña con comentarios y divagaciones.
Este método se aleja muchas veces del naturalismo como esti
lo, tanto como de la novela como género épico. Dostoievski repre
senta en realidad, por lo que hace a 1a agudeza de la observación
psicológica, la forma más desarrollada de la novela naturalista,
pero si se entiende por naturalismo la descripción de lo normal, lo
medio y cotidiano, en su predilección por situaciones agudizadas
como en sueños y por caracteres fantásticamente exagerados hay
que ver una reacción contra el naturalismo. Dostoievski define su
propia situación en la historia del estilo con perfecta exactitud: «Se
me llama -d ice- psicólogo, y ello es falso; yo soy realista sólo en
un sentido más elevado, esto es, describo todas las profundidades
del alma humana.» Estas profundidades significan en él lo irracio
nal, demoníaco, sonámbulo y fantasmal en el hombre; provocan un
naturalismo que no es la verdad de la superficie; apuntan a fenó
menos en los que los elementos de la vida real se mezclan, despla
zan y agudizan de modo fantástico. «Amo el realismo en el arte por
,
encima de toda medida —explica— el realismo que, por así decir, al
canza lo fantástico... ¿Qué puede ser para m í más fantástico y más
inesperado que la realidad? E incluso, ¿qué puede ser más invero
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