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Naturalismo e impresionismo
nidad, pero significa en sí no poco, Y a él pueden anudarse otras es
peranzas. La primacía del intelecto está ciertamente lejos, muy lejos,
pero probablemente no en una lejanía infinita» 268.
Freud es un vencedor de su tiempo, un luchador contra las
fuerzas oscuras e irracionales, a las que aquél se ha hipotecado, pero
está y sigue estando atado con innumerables hilos, tanto a las con
quistas como a las limitaciones de la época. El mismo principio de
su filosofía de develamiento, en el que las diferencias individuales
desempeñan un papel tan grande como en Marx, está ligada de la
manera más estrecha con el sentido impresionista de la vida y con
la concepción relativa del mundo propia de esta época. Aquel con
cepto de engaño que tiene sus raíces en la experiencia de que nues
tros sentimientos e impresiones, nuestros estados de ánimo y nues
tras ideas cambian constantemente, que la realidad se da a conocer
en formas diversas, nunca estabilizadas, y que, por tanto, toda im
presión que recibimos de ella es al mismo tiempo conocimiento e
ilusión, es una idea impresionista, y la correspondiente idea de
Freud de que los hombres ocultan su vida en una zona incógnita
para nosotros y para sí mismos hubiera sido difícilmente concebible
antes del impresionismo. El impresionismo es el estilo tanto del pen
samiento como del arte de la época. Toda la filosofía de los últimos
decenios dei siglo está condicionada por él. Relativismo, subjeti
vismo, psicologismo, historicismo, antisistematismo, el principio
de la atomización del mundo intelectual y la doctrina de la natu
raleza perspectivista de la verdad son elementos comunes a las teo
rías de Nietzsche, Bergson, el pragmatismo y la totalidad de las
tendencias filosóficas independientes del idealismo académico.
«Nunca se colgó la verdad del brazo de un absoluto», dice
Nietzsche. La ciencia como fin en sí, la verdad sin presupuestos, la
belleza desinteresada y la moral altruista son ficciones para él y sus
contemporáneos. Lo que nosotros llamamos verdades no son en rea
lidad otra cosa que mentiras y engaños que promueven y hacen ne
cesaria la vida y que incrementan el poder, afirma él269, y el pragma
268 S. Freud, Die Zukunft einer lIlusión, en Ges. Werke, XIV, 1948, pág. 377. (Ed.
case,, Eiporvenir de una ilusión.)
w Nietzsche, Werke, 1895, sigs., XVI, pág. 19-
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