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Historia social de la literatura y el arte
la dialéctica de todo el acontecer, ia naturaleza antitética del ser
y la conciencia y la ambigüedad de los sentimientos y las relaciones
intelectuales. El principo fundamental de la nueva técnica de aná
lisis fue la sospecha de que detrás de todo el mundo manifiesto hay
uno latente, detrás de todo lo consciente, un subconsciente, y de
trás de todo lo unitario en apariencia, una contradicción. En vista
de ia generalidad de esta actitud, no era necesario ni mucho menos
que cada uno de los pensadores o investigadores hubiera sido cons
ciente de su dependencia del método del materialismo histórico; la
idea de la técnica de desenmascaramiento del pensamiento y de
la psicología de revelación formaba parte de la propiedad del siglo,
y Nietzsche no dependía tanto de Marx, ni Freud de Nietzsche,
como todos ellos de la atmósfera general de crisis propia de la épo
ca. Ellos descubrieron, cada uno a su modo, que la autodetermina
ción de la mente era una ficción y que nosotros somos esclavos de
una fuerza que trabaja en nosotros y con frecuencia contra nosotros.
La doctrina del materialismo histórico, lo mismo que después la
del psicoanálisis, aunque con una solución más optimista, era ex
presión de una constitución anímica en la que Occidente había per
dido la exuberante fe en sí mismo.
Incluso los pensadores más racionalistas y conscientes no
siempre parten para el desarrollo de sus teorías de las últimas pre
suposiciones filosóficas de su pensamiento. Sólo más tarde llegan a
ser conscientes de ellas, y en algunos casos, nunca llegan a serlo.
También Freud se dio cuenta sólo después, en un estadio relativa
mente tardío de su evolución, de la vivencia en la que tenía sus raí
ces la problemática de su psicoanálisis. Esta vivencia, que era al
mismo tiempo el origen de toda manifestación importante intelec
tual y artísticamente a finales de siglo, la designaba el mismo
Freud como el «malestar de la cultura». Se expresaba con ello el
mismo sentimiento de enajenamiento y de soledad que en el ro
manticismo y en el esteticismo de ia época; la misma ansiedad, la
misma falta de confianza en el sentido de la cultura, la misma sen
sación de estar rodeado de peligros desconocidos, insondables e in
definibles.
Freud retrotrajo este malestar, este sentimiento de un equili-
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