Page 472 - Hauser
P. 472

1





                                                              Naturalismo e  impresionismo







                      vuelve sospechoso; todo sentimentalismo y todo irrealismo se reve­



                      lan como patraña y fraude. La psicología del autoengaño es la fuen­


                      te  de  su  arte;  Shaw  es  no  sólo  uno  de  los  más  osados  e  indepen­


                      dientes  desenmascaradores  de  ios  hombres  que  se  engañan  a  sí


                      mismos, sino también uno de ios más alegres y divertidos. No puede



                      negar ni  mucho menos su procedencia de la Ilustración,  origen de


                      su  ideología destructora de  toda leyenda y develadora de  toda fic­


                      ción,  pero a través de  toda su filosofía de la historia, que  tiene sus



                      raíces  en  el  materialismo  histórico,  es  al mismo tiempo  el  escritor


                      más  progresista y  más  moderno  de  su generación.  Muestra  que  el


                      ángulo desde el que los hombres se ven a sí mismos y ven al m un­


                      do, las mentiras que pregonan como verdad o hacen valer como tal



                      y por  las  que en determinadas  circunstancias  son  capaces  de  todo,


                      están condicionadas ideológicamente, es decir por intereses econó­


                      micos y aspiraciones sociales.  Lo peor no es que piensen de manera



                      irracional -con frecuencia piensan incluso demasiado racionalmen­


                      te-, sino que no tengan sentido de la realidad, que no quieran con­


                      siderar los hechos como tales hechos.  Por esto es al realismo y no al


                      racionalismo a lo que aspira Shaw, y la voluntad, no la razón, la fa ­



                      culté maitresse de sus héroes 263. Esto explica en parte por qué se con­


                      vierte  en  dramaturgo  y  por  qué  ha encontrado  su  forma más  ade­


                      cuada en el género más dinámico de la literatura.



                                Shaw no sería el representante más perfecto de su tiempo si no


                      participara  de  su  intelectualismo.  Sus  obras,  a  pesar  de  la  estre­


                      mecida  vida  dramática  que  late  en  ellas,  a  pesar  de  sus  efectos


                      escénicos,  que  frecuentemente  recuerdan  la piece bien faite,  y  de  su



                      melodramatismo  a  veces  un poco vulgar,  tienen  un  carácter  esen­


                      cialmente  intelectualista,  son  todavía  dramas  de  ideas  en  grado


                      mucho  más  alto  que  las  obras  de  Ibsen.  El  autoconocimiento  del



                      héroe y  la  lucha intelectual  entre  las  dramatis personae no  son  real­


                      mente  rasgos  del  drama  moderno;  el  conflicto  dramático  exige,


                      más bien, si quiere alcanzar la oportuna intensidad y significación,


                      que  las  personas  complicadas  en  la lucha  tengan plena  conciencia



                      de lo que les ocurre. No hay efecto realmente dramático,  ni mucho








                                26A Holbrook Jackson, The Eigbteen Ninertes,  1939 (1913)» pág.  177.

                                          4


                                                                                        473


 Á
   467   468   469   470   471   472   473   474   475   476   477