Page 469 - Hauser
P. 469

Historia social  de  la  literatura y  el  arte








                      Kierkegaard,  con su categoría  «Esto o  aquello», dio sin duda


           el  impulso  decisivo  al  desarrollo  del  rigorismo  moral  de  Ibsen261.


           La  pasión  ética  de  Ibsen,  la conciencia de  tener  que  elegir  y  deci­



           dirse por sí, su concepto de la creación artística como un  «celebrar


           un  juicio  sobre  sí mismo»,  todo  esto  tiene  sus  raíces  en  el  pensa­


           miento de Kierkegaard. Se ha señalado con frecuencia que el  «Todo



           o nada» de Brand corresponde al  «Esto o aquello»  de Kierkegaard,


           pero  Ibsen  debe  mucho  más  que  esto  a  la  intransigencia  de  su


           maestro, pues le debe todo su concepto de la actitud ética, concep­


           to antirromántico y  libre de  todo esteticismo.



                     La  miopía  del  romanticismo consiste  sobre  todo  en  que  veía


           todo  lo intelectual  con  las  categorías  de  lo estético,  y  en  que a sus


           ojos  todos los valores  tenían un carácter más o menos genial.  Kier­



           kegaard  fue  el  primero  que  afirmó  frente  al  romanticismo  que  la


           experiencia religiosa y ética no tiene nada que ver con la belleza ni


           la genialidad,  y que  un héroe religioso es algo completamente dis­


           tinto de  un genio.  Fuera de  él  no hubo  nadie en el Occidente pos-



           romántico que  hubiera comprendido las  limitaciones de lo estéti­


           co  ni  hubiera  sido capaz  de  ejercer influencias  sobre Ibsen  en  este


           sentido.  Hasta  qué  punto  fue  Ibsen  influido  de  otra  manera  por



           Kierkegaard  en  su  crítica  del  romanticismo,  es  difícil  de  decir.  El


           irrealismo del  romanticismo  representaba  un problema general de


           la época, y seguramente no necesitaba estímulos especiales para en­


           frentarse con él. Todo el naturalismo francés giraba en torno al con­



           flicto entre ideal y  realidad, poesía y verdad, verso y prosa, y todos


           los pensadores  importantes  del  siglo  reconocían  en  la  falta de sen­


           tido para la realidad el azote de la cultura moderna.  En este aspec­



           to,  Ibsen  simplemente  continuó  la  lucha  de  sus  predecesores  y  se


           situó al final de una larga serie en la que estaban unidos los adver­


           sarios del romanticismo. La lucha mortal que sostuvo contra el ene­


           migo  consistió  en  el  deveíamiento  de  la  tragicomedia del  idealis­



           mo  romántico.  En  verdad  que  esto  no  era  nada  nuevo  desde  la


           aparición de Don Quijoze,  pero Cervantes  trataba todavía a su héroe


           con simpatía y  tolerancia,  mientras que Ibsen destruye moraimen-







                     261  M. C. Bracíbrook, Ibsen,  1946, págs.  34 sig.






                                                                             470
   464   465   466   467   468   469   470   471   472   473   474