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Historia social  de  la  literatura  y el  arte







            propiedad literaria común. El drama naturalista, en su sentido más


            estricto, surge fuera de Francia, en los países escandinavos, en Ale­



            mania y en  Rusia.  El  público acepta gradualmente  sus  convencio­


            nalismos como había aceptado los de la  novela naturalista, e inclu­


            so, en lo que se refiere a las obras de lbsen, Brieux y Shaw, protesta



            simplemente  contra  los  ataques  inmoderadamente  agresivos  a  la


            moralidad  burguesa.  Pero  finalmente  el  drama hostil a  la  burgue­


            sía  conquista  también  al  público  burgués,  e  incluso  el  drama  so­


            cialista de  Gerhart  Hauptmann  celebra su  primero y  gran  triunfo



            en  el  West  burgués de  Berlín.


                       El  teatro  naturalista  no es otra cosa que  el  camino a la escena


            íntima, a la interiorización de los conflictos dramáticos y a un con­



            tacto más inmediato entre escenario y público.  Es cierto que los re­


            cursos demasiado palpables de los efectos escénicos, la intriga com­


            plicada  y  la  tensión  artificial,  las  dilaciones  y  las  sorpresas


            artificiosas,  las  grandes  escenas  de  conflicto  y  los  violentos  finales



            de acto mantuvieron su prestigio durante un período más largo que


            los  recursos  artísticos  análogos  en  la  novela,  pero súbitamente  co­


            menzaron  a parecer ridículos  y  hubieron de  ser sustituidos  o vela­



            dos por efectos más sutiles.  Sin la conquista de sectores de público


            relativamente amplios,  el drama  naturalista  no se  hubiera conver­


            tido  nunca en  una  realidad  histórica  teatral,  pues  un  volumen  de


            poesías  líricas  podía aparecer en  un par de centenares  de ejempla­



            res,  y  una  novela en  uno o dos  mil,  pero  la  representación  de  una


            obra de  teatro  debía ser vista  por decenas  de  millares  de personas


            para  cubrir  gastos.  El  nuevo  drama  naturalista  había  demostrado



            hacía tiempo en este sentido ser capaz de sobrevivir cuando los crí­


            ticos  y  los  estetas  estaban  todavía  rompiéndose  la  cabeza sobre  su


            admisibilidad.  No podía liberarse por completo del concepto clasi-


            cista  del  drama,  e  incluso  los  más  razonables  y  los  de  más  gusto



           para el arte de entre ellos consideraban el teatro naturalista una cort-


           tradictio in adjecto2%. No podían sobreponerse principalmente al he­


            cho de que se  hubiera desatendido  la  economía del drama clásico,



            de que se charlara en la escena sin  restricción, y  los problemas dis­






                      256  Th.  Mann,  Versucb über das  Theater,  en Rede und Antwort,  1916, pág.  55.






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