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                                            Historia social de  la  literatura y el  arte







             jov tenía que desempeñar en la literatura rusa; vio que con él había


             finalizado  toda una época y que su estilo  tenía para la nueva gene­



             ración un atractivo al que no se podía ya renunciar.  «¿Sabe usted lo


             que  está  haciendo?  -le  escribe  en  1900-.  Está  usted  matando  el



             realismo...  Después de cualquiera de sus narraciones, por insignifi­


             cante  que  sea,  todo  parece crudo,  como  si  hubiera  sido  escrito  no


             con  una pluma, sino con  un garrote» 2” .


                       Como apologista de la ineficacia y el fracaso, es cierto que Ché­



             jov  tiene  sus  predecesores  en  Dostoievski  y  Turguéniev,  pero  ellos


             no  habían  considerado  todavía  la  falta  de  éxito  y  la  soledad  como


             destino  inevitable  de  los  mejores.  La  filosofía de  Chéjov  es  la  pri­


             mera en girar sobre la experiencia del inaccesible aislamiento de los



             hombres, de su falta de habilidad para salvar el último vacío que los


             separa, o,  incluso  si  consiguen algún éxito en esta tarea, para man­


             tenerse en una íntima proximidad entre sí, que es tan típico de todo



             el  impresionismo.  Los caracteres de Chéjov están llenos de absoluto


             desamparo  y  desesperanza,  de  la parálisis  incurable de  la  fuerza de


            voluntad, por un lado, y de la esterilidad de todo esfuerzo, por otro.


             Esta  filosofía  de  pasividad  e  indolencia,  este  sentimiento  de  que



             nada en la vida alcanza un fin y una meta, tiene importantes conse­


             cuencias  formales;  conduce  a  quedarse  por  fuerza  en  la  naturaleza


             episódica y en la falta de propósito de todos los acontecimientos ex­



             ternos, trae consigo una renuncia a toda organización formal, a toda


             concentración e integración,  y prefiere expresarse en  una forma ex­


             céntrica de composición,  en la que  la estructura dada es  olvidada y



             violada. Así como Degas empuja partes importantes de la represen­


             tación hacia los bordes del cuadro y hace que el marco pase por en­


             cima de  ellas,  Chéjov  termina  sus  breves  narraciones  y  dramas  ju­


             gando con una parte débil del compás para hacer surgir la impresión


             de la falta de conclusión, remate y terminación casual y arbitraria de



             las  obras.  Sigue  un  principio formal  que  está en  todos  los  aspectos


            opuestos a la  «frontalidad»,  en el cual  todo  tiende a dar a la repre­


             sentación el  carácter de algo oído por casualidad,  insinuado por ca­



             sualidad,  de algo que ha ocurrido por casualidad.







                       2”  Janko Lavrin, An Introduction to the Russian Novel,  1942, pág.  134.





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