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Naturalismo e impresionismo
sos cincelados, una prosa sin tacha, y frases perfectamente articula
das y equilibradas. Nunca la «belleza», el elemento decorativo, lo
elegante, lo exquisito, lo precioso desempeñaron un papel tan
grande en el arte; nunca se practicó éste con tanto preciosismo y
tanto virtuosismo. Si en Francia la pintura fue el modelo para la
poesía, en Inglaterra lo fue el arte de los oréfices. No en balde ha
bla W ilde tan entusiásticamente del jewelled style de Huysmans.
Colores como los «montones de vegetales verde jade» en Covent
Garden son su contribución personal a la herencia de los franceses.
G. K. Chesterton señala en alguna parte que el esquema de la pa
radoja de Shaw consiste en que el autor diga «uvas blancas» en vez
de «uvas verde claro». Wilde, que a pesar de todas las diferencias
tiene mucho en común con Shaw, también basa su metáfora en los
pormenores más obvios y triviales, y es precisamente esta combi
nación de lo trivial y lo exquisito la que es característica de su es
tilo. Es como si intentara decir que hay belleza incluso en la reali
dad más trivial, como él había aprendido de Walter Pater. «No el
fruto de la experiencia, sino la experiencia misma es el fin... man
tener este éxtasis es triunfar en la vida», como leemos en la con
clusión de El Renacimiento.
Estas frases contienen todo el programa del movimiento esté
tico. Walter Pater termina la tendencia que comienza con Ruskin
y se continúa en William Morris, pero ya no está interesado en ios
objetivos sociales de sus predecesores; su único designio es hedo-
nista: la intensificación de la experiencia estética. En él, el
impresionismo no es más que una forma de epicureismo. Desde
que «todas las cosas están en un fluir» en el sentido heracliteano, y
la vida zumba detrás de nosotros con velocidad fantástica, hay para
nosotros sólo una verdad, la del momento, y tanta delicia y tanto
placer como podamos arrancar del momento. Todo lo que podemos
hacer es no dejar pasar un instante sin disfrutar de su encanto pe
culiar, su secreto poder y su belleza. Nos daremos cuenta de la me
jor manera de cuán lejos está en Inglaterra el movimiento estético
del impresionismo francés, si pensamos acerca de semejante fenó
meno lo mismo que Beardsley. Es imposible imaginar un arte más
«literario» que el suyo, o un arte en el que la psicología, el motivo
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