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Naturalismo e  impresionismo







                      experimenta  el  impresionismo  en  este  país  están  condicionados


                       también por él. En Francia, el arte y la literatura impresionistas no



                      eran  de carácter expresamente antiburgués;  el francés  había termi­


                      nado ya su lucha contra el filisteísmo, e incluso los simbolistas sin­


                      tieron  una  cierta  simpatía  por  la  clase  medía  conservadora.  La  li­


                      teratura  de  decadencia  en  Inglaterra,  por  el  contrario,  tiene  que



                      emprender  la obra  de  zapa que  había  sido  realizada  en  Francia  en


                      parte  por  los  románticos  y  en  parte  por  los  naturalistas.  El  rasgo


                      más  extraño  de  la  literatura  inglesa  de  este  período,  en  contraste



                      con  la  francesa,  es  la  propensión  a  la paradoja,  a  un  modo  de  ex­


                      presión  sorprendente,  excéntrico  y  deliberadamente  chocante,  a


                       una sutileza  intelectual  cuya coqueta complacencia en  sí misma y



                      cuya carencia  total  de  preocupación  por  la  verdad  parecen  hoy  de


                      tan mal gusto.  Es obvio que esta predilección por la paradoja no es


                      otra cosa que  el  espíritu de  contradicción y  tiene  su origen verda­



                      dero en el deseo de épater le bourgeois.


                                 Todas las peculiaridades y amaneramientos de lenguaje, pensa­


                      miento, vestido y modo de vida de los rebeldes han de ser conside­


                      radas  como  una protesta  contra  la visión  del  filisteo  lerdo,  carente



                      de imaginación, mentiroso e hipócrita. Su extravagante dandismo es


                      tanto una protesta como el lenguaje colorista con el que se hace os­


                      tentación  de  todos  los  encantos  del  estilo  impresionista.  El  movi­



                      miento decadente  inglés  ha sido justamente  descrito  como  una fu­


                      sión  de  Mayfair  y  Bohemia.  En  Inglaterra  no  encontramos  ni  una


                      bohemia tan absoluta como en Francia ni vidas tan sin compromiso


                      ni tan en inaccesibles torres de marfil como la de Mallarmé. La cla­



                      se media  inglesa tiene todavía suficiente vigor como para absorber­


                      las o para segregarías.  Oscar Wilde es un escritor burgués triunfan­


                      te mientras parece soportable a la clase dominante, pero tan pronto



                      como comienza a disgustarle es  «liquidado»  sin compasión.  En In­


                      glaterra,  el dandy asume en cierto modo el papel del  bohemio, pero


                      de  modo  contrapuesto  a  éste  en  Francia.  Es  el  intelectual  burgués


                      que pasa de su propia cíase a otra superior, mientras que el bohemio



                      es  el  artista que  ha caído  en  el  proletariado.  La melindrosa elegan­


                      cia y  la  extravagancia del dandy  cumplen  la misma función que  la


                      depravación  y  la  disipación  del  bohemio.  Son  la  encarnación  de







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