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Historia social de la literatura y el arte
pío de Flaubert con más lealtad. «Tout au monde existe pour abou-
tir á un livre»: el propio maestro no lo hubiera dicho más flaubertia-
namente. A un livre, dice Mallarmé; pero lo que resulta, en efecto,
apenas si es un libro. Pasa toda su vida escribiendo, reescribiendo y
corrigiendo una docena de sonetos, dos docenas de poemas más bre
ves, y unos seis más largos, una escena dramática y algunos frag
mentos teóricos m . Sabía que su arte era un callejón sin salida que
no conducía a ninguna parte 235, y por esto el tema de la esterilidad
ocupa tanto espacio en su poesía236. La vida del refinado, culto e
inteligente Mallarmé terminó en un fiasco tan terrible como la exis
tencia vagabunda de Rimbaud. Ambos desesperaron del significado
del arte, de la cultura y la sociedad humanas, y es difícil decir cuál
de los dos actuó de manera más consecuente237. Balzac demostró ser
un buen profeta en su Chef d’oeuvre inconnu; enajenándose de la vida,
el artista se convierte en destructor de su propia obra.
Flaubert había pensado ya en escribir un libro sin tema, que
hubiera sido pura forma, puro estilo, mero ornamento, y fue en él
en quien surgió por vez primera la idea de la poésie puré. Tal vez Ma
llarmé no hubiera hecho propia literalmente la frase de que «una
bella línea sin significado es más valiosa que una menos bella con
significado»; él no creía por entonces en la renunciación a todo el
contenido intelectual de la poesía, pero pedía que el poeta renun
ciara a la excitación de pasiones y emociones y al uso de motivos
extraestéticos, prácticos y racionales. El concepto de «poesía pura»
puede ser considerado, al menos, como el mejor compendio de su
visión de la naturaleza del arte y la encarnación del ideal que como
poeta tenía en la mente. Mallarmé comenzaba a escribir un poema
sin saber exactamente a dónde conduciría la primera palabra, la
primera línea; el poema surgía como la cristalización de palabras y
líneas que se combinan casi según su propio acorde238. La doctrina
M Cf. Ernest Raynaud, La Mélée symboliste, 1920, II, pág. 163-
John Charpentier, Le symbolisme, 1927, pág. 62.
2i6 Charles Mauron, en la introducción a la traducción inglesa de Roger Fry de los
poemas de Mallarmé, 1936, pág. 14.
2*7 Georges Duhamel, Les poetes et la poésie, 1914, págs. 145 sig.
m Cf. Roger Fry, An Early Introduction to Mallarmé*s Poems, 1936, págs. 296, 302,
304-306.
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