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Naturalismo e  impresionismo







                 ductible,  mientras  que para  el  simbolismo  la  totalidad de  la  reali­



                 dad empírica es sólo la imagen de un mundo de ideas.


                           El simbolismo representa, por una parte, el resultado final del


                 desarrollo que comenzó con el romanticismo, esto es, con el descu­


                 brimiento de la metáfora como célula germinal  de la poesía, y que



                 condujo a  la  riqueza de  imágenes  impresionistas,  pero  no  sólo  re­


                 pudia al  impresionismo  por su visión  materialista del  mundo y  al


                 Parnaso  por  su  formalismo  y  su  racionalismo,  sino  que  rechaza



                 también  al  romanticismo  por  su  emocionalismo  y  por  el  conven­


                 cionalismo de  su  lenguaje  metafórico.  En  ciertos  aspectos,  el  sim­


                 bolismo  puede  ser  considerado  como  una  reacción  contra  toda  la


                 poesía anterior231; descubre algo que  ni  había sido conocido nunca



                 ni había sido realzado antes:  lapoésiepuré2i2, la poesía que surge del


                 espíritu  irracional  y  no  conceptual  del  lenguaje,  que  se  opone  a


                 toda interpretación lógica.  Para el simbolismo, la poesía no es otra



                 cosa que la expresión de aquellas relaciones y correspondencias que


                 el lenguaje, abandonado a sí mismo, crea entre lo concreto y lo abs­


                 tracto,  entre  lo material  y  lo  ideal, y entre  las  diferentes  esferas de


                 los  sentidos.  Mallarmé  piensa  que  la  poesía  es  la  insinuación



                 de  imágenes  que  se  ciernen  y  se  evaporan  siempre;  asegura  que


                 «nombrar»  un objeto es destruir tres cuartas partes del placer que


                 consiste en la adivinación gradual de su verdadera naturaleza 233.  El



                 símbolo  implica,  sin  embargo,  no  simplemente  la  evitación  deli­


                 berada  de  la  nominación  directa,  sino  también  la  expresión  indi­


                 recta  de  un  significado,  que  es  imposible  describir  directamente,


                 que es  esencialmente indefinible e  inagotable.



                           La  generación  de  Mallarmé  no  inventó  ni  mucho  menos  el


                 símbolo como medio de expresión; arte simbólico había existido ya


                 en épocas anteriores. Descubrió, simplemente, la diferencia entre el



                 símbolo y  la alegoría,  e  hizo del  simbolismo,  como  estilo  poético,


                 la meta consciente de sus esfuerzos.  Reconoció, incluso,  aunque no


                 siempre fue capaz de dar expresión a sus conocimientos, que la ale­


                 goría no es otra cosa que la traducción de una idea abstracta en for­






                           231  A.  Thibaudet, op.  cit.,  pág.  485.

                           232  Ibid.,  pág.  489.

                           233  J.  H uret, op.  cit.,  pág.  60.






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