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Naturalismo e impresionismo
predominante era por lo común simplemente producto de juvenil
exuberancia y espíritu de contradicción. Théophile Gautier, Gérard
de Nerval, Arséne Houssaye, Néstor Roqueplan y el resto de ellos
se apartaban de ia sociedad burguesa no porque se vieran obligados,
sino porque querían vivir de manera distinta de ia de sus progeni
tores burgueses. Eran auténticos románticos que querían ser origi
nales y extravagantes, porque por arte y poesía entendían algo ori
ginal y extravagante. Emprendían su excursión por el mundo do
los forajidos y los proscritos como se emprende un viaje a un país
exótico; no sabían nada de la miseria de la bohemia posterior y eran
libres para volver a la sociedad burguesa en cualquier momento.
La bohemia de la generación siguiente, la del naturalismo mi
litante con su cuartel general en la cervecería, la generación a la que
pertenecían Champfleury, Courbet, Nadar y Murger, era, por el
contrario, una bohemia real, esto es, un proletariado artístico, in
tegrado por gente cuya existencia era totalmente insegura, gente
que estaba fuera de las fronteras de la sociedad burguesa y cuya lu
cha contra la burguesía no era un juego de ingenio agudo, sino una
amarga necesidad. Su modo de vida no burgués era la forma que
sentaba mejor a la existencia dudosa que llevaban, y ya no era ésta
ni mucho menos una simple mascarada. Pero así como Baudelaire,
que pertenece cronológicamente a esta generación, señala, intelec
tualmente, una reversión a la bohemia romántica, por un lado, y un
avance hacia la impresionista, por otro, Murger representa tam
bién, aunque en un sentido distinto, un fenómeno de transición.
Ahora que la bohemia deja de ser «romántica», la burguesía co
mienza a romantizarla e idealizarla. En este proceso Murger desem
peña el papel de maitre de plaisir y representa al Quartier Latin do
mesticado y limpio. Por este servicio alcanza, como merece, el
rango de autor reconocido por la clase media.
El filisteo considera la bohemia en conjunto como un infra-
mundo. Le atrae y le repele. Coquetea con la libertad y la irres
ponsabilidad que reinan soberanamente en ella, pero retrocede ante
el desorden y la anarquía que implica la realización de esta liber
tad. La idealización de Murger se propone presentar más inofensi
vo de lo que es el peligro que amenaza por esta parte a la sociedad
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