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                                             Historia social de  la literatura  y  el  arte







             sentidos  sublimado.  Pero  la  diferencia  más  fundamental  es  que,


             mientras el simbolismo francés -al que debe añadirse sobre todo el



             simbolismo  belga-,  juntamente  con  sus  brotes,  es  decir con  el  vi­


             talismo de  Bergson,  por  un  lado,  y  el  catolicismo y  el monarquis­


             mo de Action Framjaise, por otro, representa una tendencia que está



             siempre a punto de  convertirse en activismo,  el  impresionismo  de


             los vieneses,  los alemanes,  los  italianos  y  los  rusos,  con  Schnit2ler,


             Hofmannsthal,  Rilke,  D ’Annunzio  y  Chéjov  como  personalidades


             dirigentes, expresa  una Filosofía de pasividad, de entrega completa



             al  entorno  inmediato,  de  absorción  sin  resistencia en  el  momento


             que  pasa.  Pero  cuán  profundas  son  las  relaciones  entre  impresio­


             nismo  y  simbolismo,  cuán  fácilmente  el  factor  irracional  gana  la



             supremacía  en  ambos  y  la  pasividad  se  convierte  en  activismo,  se


             muestra  en  la  evolución  de  poetas  como  Stefan  George  y  D ’An­


             nunzio.  Se podría estar bastante dispuesto a relacionar las caídas en


             el  mal gusto del último de los dos, su  intoxicación crónica de vida



             y  sus  suntuosos  ropajes  verbales  con  sus  inclinaciones  fascistas,  si


             en Barres  y Stefan  George  la misma tendencia política no estuvie­


             ra relacionada con un gusto y unas maneras literarias de calidad tan



             superior.


                       Los vieneses representan ia forma más pura del impresionismo


             que renuncia a toda resistencia a la corriente de experiencia. Tal vez


             es  la  cultura antigua  y  el  gran  papel  desempeñado  en  la vida  lite­



             raria por extranjeros,  especialmente  judíos,  lo que da ai  impresio­


             nismo  vienes  su  carácter  pasivo  y  peculiarmente  sutil.  Este  es  el


             arte de hijos de  burgueses ricos,  expresión del hedonismo triste de



             aquella  «segunda  generación»  que  vive  de  los  frutos  de  la  obra


             de sus padres.  Son nerviosos y melancólicos, cansados y carentes de


             objeto,  escépticos  e  irónicos  sobre  sí mismos, estos  poetas  de  áni­


             mo exquisito que  se  evaporan en un  instante y  no dejan  nada  más



             que el sentimiento de la evanescencia, de haber perdido las respec­


             tivas  oportunidades,  y  la  conciencia de  ser  incapaces  para  la vida.


             El  contenido  latente  de  cualquier  clase  de  impresionismo  -la



             coincidencia de lo lejano y lo próximo, la extrañeza de las cosas más


             íntimas  y  más  cotidianas,  el  sentimiento  de  estar  separado  para


             siempre del  m undo- se convierte en él en la experiencia básica.






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