Page 44 - Educación en Bolivia (Warisata) y México (Chuminópolis) Arturo Vilchis
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46 Educación en Bolivia (Warisata) y México (Chuminópolis)
del Anarquismo, con un margen de disposición para futuras y pro-
bables renovaciones”. 1
Es conveniente hacer una definición biológica sólo si se inspira
en el bienestar de todos, y si se basa en una ética que parta de la
solidaridad y el apoyo mutuo. En cuanto a una definición del anar-
quismo desde una concepción evolucionista en el aspecto social,
“podría conducir el anarquismo al oportunismo político”. 2
Para definir al anarquismo debemos empezar por adentrarnos
en su etimología. La palabra anarquía (del griego a, privativo y arjeé,
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mando, gobierno) significa entonces privación de gobierno, algo
muy distante de la identificación despectiva con términos como
caos, desorden, etc., que se ha difundido a través de la historia.
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Partiendo de esta acepción y su etimología señalamos que no pue-
1 Enrique Nido, El pensamiento filosófico y el anarquismo, Rosario, Talleres Gráfi-
cos Romanos Hns., 1921, p. 89.
2 Ibid., p. 99.
3 El anarquismo ha luchado contra su propio nombre. Proudhon es el pri-
mero en hacer uso de la palabra anarquía, intercalando un guión entre an y ar-
quía (definiendo sin poder, sin autoridad), aunque decide abandonar esta idea
y sustituir este vocablo por el de mutualismo. Posteriormente Kropotkin hace un
recuento de la reutilización de la palabra en el seno de la Internacional: “surgió
un grupo que negaba la autoridad en la Asociación y la combatía en todas sus for-
mas, se llamó primero Partido Federalista, luego Antiestatista y Antiautoritario.
Por entonces, hasta evitaba llamarse anarquista. La palabra an-arquía (entonces
se escribía así) aproximaba demasiado a los anarquistas a los proudhonianos, a
quienes la Internacional combatía en aquel tiempo por sus reformas económicas,
a causa precisamente de este antagonismo, los adversarios se complacían llamán-
doles anarquistas. Además, con ese nombre pretendían los enemigos probar que
quienes lo ostentaban no sentían otra ambición que la de fomentar el desorden y
el caos, sin pensar los resultados. Entonces la fracción anarquista aceptó el nom-
bre con toda su significación y consecuencias”. P. Kropotkin, Palabras de un rebelde,
Barcelona, Planeta, 1977, p. 81.
4 Como señala Kropotkin: “Anarquía en lenguaje ordinario es sinónimo de
desorden, de caos, y esa palabra despierta en los espíritus la idea de una lucha
entre intereses contrarios, de individuos que se combaten, de un estado en que la
armonía no puede establecerse entre los hombres”. Ibid., p. 83.