Page 78 - Educación en Bolivia (Warisata) y México (Chuminópolis) Arturo Vilchis
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80 Educación en Bolivia (Warisata) y México (Chuminópolis)
de un régimen de paz, amor y bienestar para todos sin distinción de
clases ni de sexos. 76
Porque la enseñanza racional era comprendida como un método
de defensa contra la ignorancia que predomina en la sociedad,
y cuya consecuencia era la diferencia de clases, su persistencia y
su continuidad. El “racionalismo humanitario” de Ferrer propuso
una noción del trabajo como realización racional y la exclusión de
todo énfasis religioso; ejes que se situaron en el plano de la trans-
formación social, al sumarse con el compromiso de luchar contra
la propiedad privada, la explotación capitalista, las guerras, etcé-
tera, obstáculos que impedían la emancipación del hombre y de
la mujer. Es por ello que la escuela implementó en su programa la
coeducación de sexos y de clases sociales, para establecer una siste-
mática igualdad, y educarlos en una colectividad sin privilegios. Al
admitir la coeducación sexual y social, se partió de la solidaridad
y de la igualdad y no se creó una desigualdad nueva, además su
programa suprimió, premios, castigos, exámenes, etc., mecanis-
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mos sostenidos y practicados en la educación oficial y suprimidos
en la Escuela Moderna, ya que el colegio, al no tener por objeto
una enseñanza determinada, elimina los mecanismos de la edu-
cación oficial, porque su programa no podía decretar la aptitud
ni la incapacidad de nadie. Aunado a ello, su proyecto adquirió
un carácter popular, de acercamiento no sólo con los educandos,
sino con los familiares de los alumnos. Cada domingo por la ma-
ñana, se consagró la clase al “estudio de los sufrimientos humanos
76 Francisco Ferrer Guardia, “Racionalismo humanitario. Carta desde la
Cárcel Modelo de Madrid, 1-5-1907”, en Constant Leroy, Los secretos del anarquis-
mo, México, Librería Renacimiento, 1913, p. 110.
77 Sobre los exámenes: “Estos actos, que se visten de solemnidades ridículas,
parecen ser instituidos solamente para satisfacer el amor propio enfermizo de los
padres, la supina vanidad y el interés egoísta de muchos maestros y para causar
sendas torturas a los niños antes del examen, y después”. Ferrer Guardia, op. cit.,
p. 25.