Page 72 - Maquiavelo, Nicolas. - El Principe [1513]
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34  NI COLAS MA QUIA VELO

      dadanos.  Y hablaremos  del primer procedimiento,  ilustrán-
      dolo con dos ejemplos,  uno antiguo,  otro moderno,  sin en-
      trar en juicios de valor,  pues  juzgo que, a quien  los nece-
      site, le baste con imitarlos.
        El siciliano  Agatocles,  llegó al rey de Siracusa  partiendo
     de una  condición  no  sólo  privada  sino  ínfima  y  abyecta.
      Hijo de un alfarero,  llevó durante  toda su vida una conduc-
      ta criminal;  sin embargo  supo acompañar  sus maldades  con
      tanta fuerza  física y de carácter,  que dedicado  a la milicia,
      pasando  por todos sus grados,  llegó a ser pretor de Siracu-
      sa. Cuando  ya era pretor, y habiendo  deliberado  convertir-
      se en príncipe  y  mantener  con violencia  y  sin obligación
      alguna  hacia los demás  aquello  que por acuerdo  general  le
      había sido concedido,  tras ponerse  de acuerdo  con el carta-
     ginés  Amílcar,  que estaba  por  entonces  en Sicilia con sus
     ejércitos,  reunió  una mañana  al pueblo  y al Senado,  como
      si  hubiera  de tratar cosas  pertinentes  a  la  república;  y  a
      una señal convenida,  hizo que sus soldados  asesinaran  a to-
      dos los senadores  y a los más ricos de la ciudad;  muertos
      éstos, ocupó y conservó  el principado  de la ciudad sin nin-
     gún tipo de oposición  interna.  Y aunque  fue derrotado  dos
      veces y al fin incluso  asediado  por los cartagineses,  no sólo
      supo defender  su ciudad, sino que dejando  que parte de sus
      tropas  resistieran  al asedio,  asaltó  Africa con las restantes
      y en breve  espacio  de tiempo  libró  a Siracusa  del cerco y
      puso  a los cartagineses  en tan comprometida  situación  que
      tuvieron  necesariamente  que pactar  con él y contentándose
      con la posesión  de  África, dejar  a Agatocles  la de Sicilia.
      Quien  considere,  pues,  las acciones  y la vida de éste,  verá
      que  pocas  cosas,  o ninguna,  son  atribuibles  a  la  fortuna;
      porque  como  dijimos  antes,  si llegó  al principado  no fue
     gracias  a los favores  de nadie,  sino pasando  dificultades  y
      peligros,  y si se mantuvo  luego en él fue gracias  a sus au-
      daces y arriesgadas  disposiciones.  Pero no se puede  llamar
      virtud,  el asesinar  a sus ciudadanos,  traicionar  a los ami-
      gos, no tener palabra,  ni piedad,  ni religión;  estos  medios
      harán ganar poder  pero  no gloria.  Porque,  si se considera
      la virtud  de Agatocles  al arrostrar  y vencer  los peligros,  y
      su grandeza de ánimo  a la hora  de soportar  y superar las
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