Page 72 - Maquiavelo, Nicolas. - El Principe [1513]
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dadanos. Y hablaremos del primer procedimiento, ilustrán-
dolo con dos ejemplos, uno antiguo, otro moderno, sin en-
trar en juicios de valor, pues juzgo que, a quien los nece-
site, le baste con imitarlos.
El siciliano Agatocles, llegó al rey de Siracusa partiendo
de una condición no sólo privada sino ínfima y abyecta.
Hijo de un alfarero, llevó durante toda su vida una conduc-
ta criminal; sin embargo supo acompañar sus maldades con
tanta fuerza física y de carácter, que dedicado a la milicia,
pasando por todos sus grados, llegó a ser pretor de Siracu-
sa. Cuando ya era pretor, y habiendo deliberado convertir-
se en príncipe y mantener con violencia y sin obligación
alguna hacia los demás aquello que por acuerdo general le
había sido concedido, tras ponerse de acuerdo con el carta-
ginés Amílcar, que estaba por entonces en Sicilia con sus
ejércitos, reunió una mañana al pueblo y al Senado, como
si hubiera de tratar cosas pertinentes a la república; y a
una señal convenida, hizo que sus soldados asesinaran a to-
dos los senadores y a los más ricos de la ciudad; muertos
éstos, ocupó y conservó el principado de la ciudad sin nin-
gún tipo de oposición interna. Y aunque fue derrotado dos
veces y al fin incluso asediado por los cartagineses, no sólo
supo defender su ciudad, sino que dejando que parte de sus
tropas resistieran al asedio, asaltó Africa con las restantes
y en breve espacio de tiempo libró a Siracusa del cerco y
puso a los cartagineses en tan comprometida situación que
tuvieron necesariamente que pactar con él y contentándose
con la posesión de África, dejar a Agatocles la de Sicilia.
Quien considere, pues, las acciones y la vida de éste, verá
que pocas cosas, o ninguna, son atribuibles a la fortuna;
porque como dijimos antes, si llegó al principado no fue
gracias a los favores de nadie, sino pasando dificultades y
peligros, y si se mantuvo luego en él fue gracias a sus au-
daces y arriesgadas disposiciones. Pero no se puede llamar
virtud, el asesinar a sus ciudadanos, traicionar a los ami-
gos, no tener palabra, ni piedad, ni religión; estos medios
harán ganar poder pero no gloria. Porque, si se considera
la virtud de Agatocles al arrostrar y vencer los peligros, y
su grandeza de ánimo a la hora de soportar y superar las