Page 71 - Maquiavelo, Nicolas. - El Principe [1513]
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EL PRINCIPE   33

      pado aquellos cardenales a los que él había ofendido o que,
      una vez elegidos, hubieran de temerle. Porque los hombres
      hacen daño o por miedo o por odio. Aquellos a los que él
      había ofendido eran, entre otros, San Pietro ad Vincula, Co-
                                1\
      lonna, San Giorgio, Ascanio  los demás, una vez elegidos
      Papas, tenían todos que temerle excepto Roano y los es-
      pañoles:  estos por  vínculos de parentesco  y obligación;
      aquel por su poder, ya que tenía a su lado el reino de Fran-
      cia. Por lo tanto, el duque por encima de todo debía con-
      seguir un Papa español, y no siendo esto posible, consentir
      que lo fuera el cardenal de Rouen y no el de San Pietro ad
      Vincula. Y quien crea que los nuevos beneficios hacen ol-
      vidar a los grandes hombres las viejas ofensas se equivoca.
      Erró, pues, el duque en esta elección que fue causa de su
      ruina definitiva  16.


                               VIII

         De his qui per scelera ad principatum peruenere  1

        Pero, como de simple particular se puede llegar aún a
      príncipe  por medio  de otros procedimientos  no atribui-
      bles del todo a la fortuna o a la virtud, no me parece bien
      dejarlos en el olvido, aun cuando de uno de ellos se pue-
      da hablar con mayor detenimiento  al tratar de las repú-
      blicas.
        Estos son: cuando se llega al principado por medios cri-
      minales y nefandos, o cuando un ciudadano privado llega
      a príncipe de su patria con el favor de sus demás conciu-


        t)  Los cardenales a los que César o su padre habían ofendido eran, si-
      guiendo el orden citado por Maquiavelo, Giuliano della Rovere, Giovanni
      Colonna, Rafael Riario y Ascanio Sforza. Roana, como ya hemos dicho,
      era George d'Arnboise, arzobispo de Rouen.
        16   No fue, pues, la fortuna la causante de la ruina de César, sino su
      error político al creer las interesadas promesas del astuto Julio II, el irre-
      conciliable enemigo de Alejandro VI, al que entre otras cosas debía diez
      años de exilio.
        1   De los que por medio de delitos llegaron al principado.
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