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AUTOR                                                                                               Libro
                     —Segurísimo —contesté, y luego suspiré.
                     —¿Qué ocurre?
                     —Me rindo... No puedo superar esto. Tú ganas. Eres el mayor.
                     Se encogió de hombros sin sorprenderse por mi capitulación y contestó:
                     —Naturalmente que lo soy.
                     El Suburban dobló la esquina dando resoplidos. Yo retiré mi mano de la de
               Jacob, pero Mike nos vio y puso una cara que fingí no advertir.
                     —Recuerdo a ese tío —dijo Jacob con un hilo de voz mientras Mike aparcaba al
               otro lado de la calle—. Es el que se creía que eras su novia. ¿Sigue confundido?
                     Enarqué una ceja.
                     —Hay gente inasequible al desaliento.
                     —Puede que no —repuso Jacob con gesto pensativo—; a veces, la persistencia
               tiene su recompensa.
                     —Aunque la mayoría de las veces sólo es un fastidio.
                     Mike salió del coche y cruzó la calle.
                     —Hola, Bella —me saludó; luego, su mirada se llenó de cautela cuando alzó los
               ojos hacia Jacob. También yo le miré, intentando mostrarme objetiva. En realidad, no
               parecía un chico de segundo para nada. Era tan grande que la cabeza de Mike apenas
               le llegaba al hombro. No quería ni imaginar adonde le llegaba yo cuando estaba a su
               lado. Además, su rostro tenía un aspecto más adulto incluso que el del mes pasado.
                     —Hola, Mike. ¿Recuerdas a Jacob Black?
                     —La verdad es que no —le tendió la mano.
                     —Soy un viejo amigo de la familia —se presentó Jacob mientras le estrechaba la

               mano. Ambos apretaron con más fuerza de la necesaria. Mike dobló los dedos
               cuando cesó el saludo.
                     Oí sonar el teléfono de la cocina y antes de salir disparada hacia la casa les dije:
                     —Será mejor que conteste. Podría ser Charlie.
                     Era Ben. Angela había contraído una gripe estomacal y a él no le parecía bien
               venir sin ella. Se disculpó por ponernos en un apuro.
                     Caminé de regreso junto a los chicos que me esperaban moviendo la cabeza. En
               realidad, esperaba que Angela se recuperara pronto, pero debía admitir que este
               suceso me disgustaba por razones puramente egoístas. Aquella noche íbamos a estar
               sólo nosotros tres, Mike, Jacob y yo.  Esto va a ir sobre ruedas,  pensé con macabro
               sarcasmo.
                     No   parecía  que  Mike  y   Jake  hubieran  empezado   a   hacerse  amigos   en  mi
               ausencia.  Se   miraban  el   uno   al   otro   a   varios   metros   de   distancia   mientras   me
               esperaban. Mike tenía una expresión huraña mientras que la de Jacob era tan jovial
               como siempre.
                     —Angela está enferma —les dije con desánimo—, por lo que ni ella ni Ben van a
               venir.
                     —Parece que la gripe ataca de nuevo. Austin y Conner faltaron hoy a clase. Tal
               vez deberíamos dejarlo para otro momento —sugirió Mike.
                     Jacob habló antes de que yo pudiera mostrarme de acuerdo.




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