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AUTOR Libro
Me dije que él sólo necesitaba tiempo y que conseguiría sobreponerse a esto.
Quizás estaba triste por la dispersión de su familia, pero Jasper y Alice volverían
pronto, y también Rosalie y Emmett. Si servía de algo, me mantendría lejos de la gran
casa blanca cerca del río y nunca más volvería a poner un pie allí. Eso no importaba.
Seguiría viendo a Alice en el instituto, porque... tendría que regresar al instituto, ¿no?
Además, ella siempre estaba en mi casa. No querría herir los sentimientos de
Charlie alejándose.
Sin duda también vería a Carlisle con regularidad en la sala de urgencias.
Después de todo, lo sucedido la noche anterior carecía de importancia. En
realidad, no había ocurrido nada. Sólo me había caído una vez más, la historia de mi
vida. No tenía importancia alguna, sobre todo si se comparaba con lo de la primavera
del curso pasado, cuando James me hirió y estuve a punto de morir por la pérdida de
sangre; y aun entonces Edward había sobrellevado las interminables semanas del
hospital mucho mejor que ahora. ¿Era porque esta vez no había ningún enemigo del
cual protegerme? ¿O porque era su hermano?
Quizás sería preferible que él me llevara lejos, mejor que terminar dispersando
a toda su familia. Se me pasó un poco el abatimiento cuando lo consideré todo en su
conjunto. Charlie no podría objetar nada si conseguía mantener la situación todo el
año escolar. Nos podríamos ir lejos a la universidad, o simular que lo hacíamos, al
igual que Rosalie y Emmett. Lo más probable es que Edward pudiera esperar un año
más. ¿Qué era un año para un inmortal? Ni siquiera a mí me parecía mucho.
Me sentí lo bastante dueña de mí misma para poder salir del coche y caminar
hacia la tienda. Mike Newton se me había adelantado; sonrió y me saludó cuando
entré. Tomé mi chaleco mientras le dedicaba un leve asentimiento. Todavía estaba
imaginando agradables situaciones en las que Edward y yo huíamos a varios
enclaves exóticos.
Mike interrumpió mi fantasía.
—¿Qué tal fue tu cumpleaños?
—Ay —murmuré—. Me alegro de que haya pasado.
Mike me miró por el rabillo del ojo como si me hubiera vuelto loca.
El trabajo me absorbió. Quería ver a Edward otra vez. Imploré que hubiera
superado lo peor de aquel trago —fuera lo que fuera— para cuando nos volviéramos
a encontrar. No es nada, me dije una y otra vez, todo volverá a la normalidad.
Experimenté un alivio abrumador cuando llegué a mi calle y vi el coche
plateado de Edward aparcado frente a mi casa. Me molestó profundamente sentirme
así.
Me encaminé deprisa hacia la puerta principal y empecé a llamar antes de haber
traspasado del todo el umbral.
—¿Papá? ¿Edward?
Mientras hablaba, escuché la sintonía característica del Sports-Center
procedente de la televisión.
—¡Estoy aquí! —contestó Charlie a voz en grito.
Colgué el impermeable en la percha y me apresuré a doblar la esquina que daba
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