Page 43 - e-book
P. 43

AUTOR                                                                                               Libro
               ridículo, pero casi esperaba que la primera fotografía estuviera en blanco.
                     Se me escapó un grito ahogado cuando la saqué del sobre y vi a Edward tan
               hermoso como en la vida real. Me miraba desde la foto con esos ojos cálidos que
               tanto echaba de menos en los últimos días. Era realmente asombroso que pudiera
               verse a alguien tan... tan indescriptible. Ni con mil palabras hubiera podido expresar
               lo que había en esa imagen.
                     Repasé por encima las restantes fotos del montón una sola vez y luego coloqué
               sobre la cama tres de ellas, una junto a otra.
                     En la primera imagen se veía a Edward en la cocina; sus ojos dulces chispeaban
               a causa de la diversión contenida. La segunda mostraba a Edward y Charlie viendo
               la ESPN. En ella se evidenciaba el cambio que se había producido en los ojos de
               Edward, siempre hermosos hasta dejarte sin aliento, pero cuya expresión confería
               ahora frialdad a su rostro, como el de una escultura, con menos vida.
                     La última era una imagen que nos recogía a Edward y a mí de pie, juntos y
               manifiestamente incómodos. Su rostro emanaba la misma sensación que la foto
               anterior: frialdad y ese aspecto de estatua, pero probablemente lo más preocupante
               de todo no era eso, sino el doloroso contraste existente entre los dos. El parecía una
               deidad, y yo, mediocre, incluso en los cánones humanos, y, para mi vergüenza, bien
               poco agraciada. La foto me disgustó y la aparté.
                     Tomé todas las fotografías y las coloqué en el álbum en vez de ponerme a hacer
               los deberes. Garabateé unos pies de foto bajo todas ellas con un bolígrafo, indicando
               los nombres y las fechas. Levanté aquella en la que se nos veía a Edward y a mí y la
               doblé por la mitad sin mirarla demasiado. La situé debajo del borde metálico de la

               mesa, dejando visible la mitad de Edward.
                     Cuando terminé, reuní el otro montón de fotos en un nuevo sobre y escribí una
               larga carta de agradecimiento para Renée.
                     Edward   seguía  sin   venir.   No   quería   admitir   que   él   era   el   motivo   de   que
               estuviera despierta tan tarde, pero evidentemente así era. Intenté recordar la última
               vez que no hubiera aparecido, como hoy, sin una excusa o una llamada de teléfono...
               Nunca lo había hecho.
                     Pasé otra noche sin dormir bien.
                     En la escuela continuó el programa de silencio, frustración y pavor de los
               últimos   dos   días.   Me   sentí   aliviada   al   encontrar   a   Edward   esperándome   en   el
               aparcamiento del instituto, pero ese consuelo desapareció pronto. No había cambios
               en su comportamiento, si acaso, aún se mostraba algo más distante.
                     Me costaba incluso recordar el motivo de aquel desastre. Me parecía que mi
               cumpleaños pertenecía al pasado más lejano. Ojalá Alice regresara pronto, antes de
               que todo esto se me fuera aún más de las manos.
                     Pero no podía contar con ello. Decidí que si no lograba hablar con él ese día,
               hablar de verdad, entonces iría al día siguiente a comentar el asunto con Carlisle.
               Debía hacer algo.
                     Me prometí a mí misma que iba a sacar a colación el tema después de clase. No
               iba a concederme más excusas.




                                                                                                     - 43 -
   38   39   40   41   42   43   44   45   46   47   48