Page 45 - e-book
P. 45

AUTOR                                                                                               Libro
               dice que tiene  treinta  y   tres.  Por   mucho   que  queramos,   pronto   tendremos   que
               empezar en otro lugar.
                     Su respuesta me confundió. Había pensado que el asunto de la marcha tenía
               que ver con dejar a su familia vivir en paz. ¿Por qué debíamos irnos nosotros si ellos
               se marchaban también? Le miré en un intento de entender lo que me quería decir.
                     Me devolvió la mirada con frialdad.
                     Con un acceso de náuseas, comprendí que le había malinterpretado.
                     —Cuando dices nosotros... —susurré.
                     —Me refiero a mí y a mi familia.
                     Cada palabra sonó separada y clara.
                     Sacudí   la   cabeza   de  un  lado   a   otro   mecánicamente,   intentando   aclararme.
               Esperó sin mostrar ningún signo de impaciencia. Me llevó unos minutos volver a
               estar en condiciones de hablar.
                     —Vale —dije—. Voy contigo.
                     —No puedes, Bella. El lugar adonde vamos... no es apropiado para ti.
                     —El sitio apropiado para mí es aquel en el que tú estés.
                     —No te convengo, Bella.
                     —No   seas   ridículo   —quise   sonar   enfadada,   pero   sólo   conseguí   parecer
               suplicante—. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
                     —Mi mundo no es para ti —repuso con tristeza.
                     —¡Lo que ha ocurrido con Jasper no ha sido nada, Edward, nada!
                     —Tienes razón —concedió él—. Era exactamente lo que se podía esperar.
                     —¡Lo prometiste! Me prometiste en Phoenix que siempre permanecerías...

                     —Siempre que fuera bueno para ti —me interrumpió para rectificarme.
                     —¡No!  ¿Esto  tiene que  ver con  mi alma,  no?  —grité,  furiosa, mientras  las
               palabras explotaban dentro de mí, aunque a pesar de todo seguían sonando como
               una súplica—. Carlisle me habló de eso y a mí no me importa, Edward. ¡No me
               importa! Puedes llevarte mi alma, porque no la quiero sin ti, ¡ya es tuya!
                     Respiró hondo una vez más y clavó la mirada ausente en el suelo durante un
               buen rato.  Torció  levemente  los  labios.  Cuando  levantó  los  ojos,  me  parecieron
               diferentes, mucho más duros, como si el oro líquido se hubiese congelado y vuelto
               sólido.
                     —Bella,   no   quiero   que   me   acompañes   —pronunció   las   palabras   de   forma
               concisa y precisa sin apartar los ojos fríos de mi rostro, observándome mientras yo
               comprendía lo que me decía en realidad.
                     Hubo una pausa durante la cual repetí esas palabras en mi fuero interno varias
               veces, tamizándolas para encontrar la verdad oculta detrás de ellas.
                     —¿Tú... no... me quieres? —intenté expulsar las palabras, confundida por el
               modo como sonaban, colocadas en ese orden.
                     —No.
                     Le miré, sin comprenderle aún. Me devolvió la mirada sin remordimiento. Sus
               ojos brillaban como topacios, duros, claros y muy profundos. Me sentí como si cayera
               dentro   de   ellos   y   no   pude   encontrar   nada,   en   sus   honduras   sin   fondo,   que




                                                                                                     - 45 -
   40   41   42   43   44   45   46   47   48   49   50