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AUTOR                                                                                               Libro
               capricho, fruto de la inspiración del momento, no había llegado a convertirse aún en
               un plan completo—. Tal vez deba llevarlas a Dowling.
                     Él resopló.
                     —Dowling te cobrará más por ponerlas en marcha de lo que realmente valen.
                     No podía rebatir eso. John Dowling se había granjeado una mala reputación a
               causa de sus altos precios, tanto que nadie acudía a él salvo en caso de una auténtica
               emergencia. La mayoría de la gente, si su coche lo permitía, prefería conducir hasta
               Port Angeles. Había tenido mucha suerte en ese sentido, aunque al principio me
               preocupé cuando Charlie me regaló mi coche, porque, al ser tan antiguo, pensaba
               que no me sería posible mantenerlo en funcionamiento. Pero jamás me había dado
               ningún problema, salvo por el ruido insoportable del motor y por el hecho de que
               tenía el límite de velocidad en ochenta kilómetros por hora. Jacob Black lo había
               mantenido en buena forma mientras había pertenecido a su padre, Billy...
                     La repentina inspiración me alcanzó como un rayo, lo cual no era un absurdo si
               se tenía en cuenta la tormenta reinante.
                     —¿Sabes qué? No hay problema. Conozco a alguien que reconstruye coches.
                     —Ah, vale. Eso es estupendo —sonrió aliviado.
                     Se despidió con la mano sin borrar la sonrisa de los labios mientras yo me
               marchaba. Era un chico agradable.
                     Regresé deprisa y con determinación, a fin de evitar la remota posibilidad de
               que Charlie apareciera antes que yo si, por alguna casualidad altamente improbable,
               le diera por salir más temprano del trabajo. Me apresuré a atravesar la casa hasta
               llegar al teléfono, con las llaves aún en la mano.

                     —Con el jefe Swan, por favor —dije cuando me contestó al teléfono su ayudante
               —. Soy Bella.
                     —Ah, hola, Bella —me respondió el ayudante Steve afablemente—. Voy en su
               busca.
                     Esperé.
                     —¿Pasa algo, Bella? —inquirió Charlie tan pronto como sostuvo el auricular.
                     —¿Es que no puedo llamarte al trabajo sin que haya una emergencia?
                     Se quedó callado un momento.
                     —Nunca lo has hecho antes. ¿Es que hay alguna emergencia?
                     —No, sólo quería que me indicaras cómo llegar a la casa de los Black. No estoy
               segura de recordar el lugar exacto. Quiero visitar a Jacob, hace meses que no le veo.
                     Cuando volví a escuchar la voz de Charlie, sonaba mucho más feliz.
                     —Es una gran idea, Bella. ¿Tienes un bolígrafo?
                     Las indicaciones que me dio eran muy simples. Le aseguré que estaría de vuelta
               para la hora de la cena, aunque me insistió en que no me diera prisa en regresar.
               Quería reunirse conmigo en La Push aunque eso a mí no me venía nada bien.
                     Así que atravesé a gran velocidad las calles de la ciudad oscurecidas por la
               tormenta, teniendo en cuenta que tenía una hora límite. Esperaba poder encontrar
               solo a Jacob. Billy seguramente le iría con el cuento a Charlie si sospechaba lo que me
               proponía.




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