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Pareció comprender mi resistencia a tratar el asunto. Intenté no recordar el baile
de graduación del último mayo. El padre de Jacob le había sobornado con dinero y
las piezas faltantes del coche para que me diera un mensaje durante el baile. Billy
quería que yo guardara una distancia de seguridad con la persona que más me
importaba en la vida. Al final, todo su interés fue innecesario. Ahora no cabía duda
de que estaba totalmente a salvo.
Pero yo iba a ver qué podía hacer para cambiar eso.
—Jacob, ¿sabes algo de motos? —le pregunté.
Se encogió de hombros.
—Algo. Mi amigo Embry tiene una porquería de moto; a veces trabajamos
juntos en ella. ¿Por qué?
—Bien... —fruncí los labios mientras lo consideraba. No estaba segura de que
mantuviera el pico cerrado, pero lo cierto es que tampoco tenía muchas otras
opciones—. Hace poco adquirí un par de motos, y no están en muy buenas
condiciones. Me preguntaba si serías capaz de ponerlas en marcha.
—Guay —pareció sentirse realmente halagado por el reto. Su rostro
resplandecía—. Les echaré una ojeada.
Levanté un dedo, avisándole.
—La cosa es —le expliqué— que a Charlie no le gustan las motos. Francamente,
le dará un ataque si se entera de esto. Así que no se lo puedes decir a Billy.
—De acuerdo, vale —sonrió Jacob—. Me hago cargo.
—Te pagaré —continué.
Eso le ofendió.
—No. Quiero ayudarte. No admitiré que me pagues.
—Bien... ¿y qué tal si hacemos un trato? —iba improvisando sobre la marcha,
aunque me parecía razonable—. Yo solamente necesito una moto, y también me hará
falta recibir lecciones. ¿Qué podemos hacer al respecto? Podría darte la otra moto a
cambio de que me enseñes.
—Ge-nial —dividió la palabra en dos sílabas.
—Espera un minuto, ¿tienes ya la edad legal? ¿Cuándo es tu cumpleaños?
—Te lo perdiste —se burló él, estrechando sus ojos con un cierto resentimiento
burlón—. Tengo ya dieciséis.
—No es que la edad te lo haya impedido antes —murmuré—. Siento lo de tu
cumpleaños.
—No te preocupes por eso. También yo olvidé el tuyo. ¿Cuántos has cumplido,
cuarenta?
Resoplé con desdén.
—Cerca.
—Podríamos hacer una fiesta compartida para celebrarlo.
—Suena como una cita.
Sus ojos chispearon ante la palabra.
Necesitaba controlar mi entusiasmo a fin de no infundirle una idea equivocada,
pero lo cierto es que me resultaba difícil ya que hacía mucho tiempo que no me sentía
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