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Será como si nunca hubiese existido. Las palabras atravesaban mi mente, pero sin
la claridad perfecta que había tenido la alucinación del día anterior. Sólo eran
palabras, sin sonido, como las letras impresas en una página. Sólo palabras, aunque
rasgaran y mantuvieran el hueco del pecho bien abierto. Me salí de la vía principal
de forma brusca, en una zona ancha que se abría a mi derecha. Era consciente de que
no podría conducir en aquel estado de incapacitación.
Me encogí, presioné el rostro contra el volante e intenté respirar a pesar de mis
pulmones.
Me pregunté cuánto más podría durar esto. Quizás algún día, dentro de unos
años, si el dolor disminuía hasta el punto de ser soportable, me sentiría capaz de
volver la vista atrás hacia esos pocos meses que siempre consideraría los mejores de
mi vida.
Y ese día, estaba segura de que me sentiría agradecida por todo aquel tiempo
que me había dado, más de lo que yo había pedido y más de lo que merecía. Quizá
algún día fuera capaz de verlo de este modo.
Pero ¿y qué ocurriría si este agujero no llegaba a cerrarse nunca? ¿Y si las
heridas en carne viva jamás se curaban? ¿Y si el daño era permanente, irreversible?
Me rodeé el cuerpo con los brazos y apreté con fuerza. Como si nunca hubiese
existido, pensé con desesperación. ¡Cómo había sido capaz de hacer una afirmación
tan estúpida y tan absurda! Podía haber robado mis fotos y haberse llevado sus
regalos, pero aun así, nunca podría devolver las cosas al mismo lugar donde habían
estado antes de que le conociera. La evidencia física era la parte más significativa de
la ecuación. Yo había cambiado, mi interior se había alterado hasta el punto de no ser
reconocible. Incluso mi exterior parecía distinto, tenía el rostro cetrino, a excepción
de las ojeras malvas que las pesadillas habían dejado bajo mis ojos, unos ojos
bastante oscuros en contraste con mi piel pálida; tanto, que si yo hubiera sido
hermosa y si se me miraba desde una cierta distancia, podría pasar ahora por un
vampiro. Pero yo no era hermosa, y probablemente guardaba más parecido con un
zombi.
Como si nunca hubiese existido. Menuda locura. Aquélla fue una promesa que él
no podía mantener, una promesa que se rompió tan pronto como la hizo.
Golpeé la cabeza contra el volante mientras intentaba apartar la mente de ese
dolor tan intenso.
Pensar en todo esto me hizo sentir bastante tonta por haberme preocupado de
mantener mi promesa. ¿Dónde estaba la lógica de querer mantener un acuerdo que
la otra parte ya había violado? ¿A quién le importaba si yo era estúpida y temeraria?
No había razón para evitar la temeridad, ninguna razón por la que yo no debería ser
estúpida.
Me reí sin ganas para mis adentros, todavía luchando por inhalar aire. La idea
de buscar el peligro en Forks me parecía algo con bastante poco futuro.
Sin embargo ese estado de ánimo negativo me distrajo y la distracción
disminuyó el dolor. Mejoró mi respiración y pude reclinarme contra el respaldo del
asiento. Aunque hacía un día frío, tenía la frente perlada de sudor.
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