Page 171 - Crepusculo 1
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Resultaba difícil asimilar una combinación tan extraña: las preocupaciones del día a día
de un médico de pueblo en mitad de una conversación sobre sus primeros días en el Londres
del siglo XVII.
También desconcertaba saber que hablaba en voz alta sólo en deferencia hacia mí.
Carlisle abandonó la estancia después de destinarme otra cálida sonrisa. Me quedé
mirando el pequeño cuadro de la ciudad natal de Carlisle durante un buen rato. Finalmente,
volví los ojos hacia Edward, que estaba observándome, y le pregunté:
— ¿Qué sucedió luego? ¿Qué ocurrió cuando comprendió lo que le había pasado?
Volvió a estudiar las pinturas y miré para saber qué imagen atraía su interés ahora. Se
trataba de un paisaje de mayor tamaño y colores apagados, una pradera despejada a la sombra
de un bosque con un pico escarpado a lo lejos.
—Cuando supo que se había convertido —prosiguió en voz baja—, se rebeló contra su
condición, intentó destruirse, pero eso no es fácil de conseguir.
— ¿Cómo?
No quería decirlo en voz alta, pero las palabras se abrieron paso a través de mi estupor.
—Se arrojó desde grandes alturas —me explicó Edward con voz impasible—, e intentó
ahogarse en el océano, pero en esa nueva vida era joven y muy fuerte. Resulta sorprendente
que fuera capaz de resistir el deseo... de alimentarse... cuando era aún tan inexperto. El
instinto es más fuerte en ese momento y lo arrastra todo, pero sentía tal repulsión hacia lo que
era que tuvo la fuerza para intentar matarse de hambre.
— ¿Es eso posible? —inquirí con voz débil.
—No, hay muy pocas formas de matarnos.
Abrí la boca para formular otra pregunta, pero Edward comenzó a hablar antes de que lo
pudiera hacer.
—De modo que su hambre crecía y al final se debilitó. Se alejó cuanto pudo de toda
población humana al detectar que su fuerza de voluntad también se estaba debilitando.
Durante meses, estuvo vagabundeando de noche en busca de los lugares más solitarios,
maldiciéndose.
»Una noche, una manada de ciervos cruzó junto a su escondrijo. La sed le había vuelto
tan salvaje que los atacó sin pensarlo. Recuperó las fuerzas y comprendió que había una
alternativa a ser el vil monstruo que temía ser. ¿Acaso no había comido venado en su anterior
vida? Podía vivir sin ser un demonio y de nuevo se halló a sí mismo.
«Comenzó a aprovechar mejor su tiempo. Siempre había sido inteligente y ávido de
aprender. Ahora tenía un tiempo ilimitado por delante. Estudiaba de noche y trazaba planes
durante el día. Se marchó a Francia a nado y...
— ¿Nadó hasta Francia?
—Bella, la gente siempre ha cruzado a nado el Canal —me recordó con paciencia.
—Supongo que es cierto. Sólo que parecía divertido en ese contexto. Continúa.
—Nadar es fácil para nosotros...
—Todo es fácil para ti —me quejé.
Me aguardó con expresión divertida.
—No volveré a interrumpirte otra vez, lo prometo.
Rió entre dientes con aire misterioso y terminó la frase:
—Es fácil porque, técnicamente, no necesitamos respirar.
—Tú...
—No, no, lo has prometido —se rió y me puso con suavidad el helado dedo en los
labios—. ¿Quieres oír la historia o no?
—No me puedes soltar algo así y esperar que no diga nada —mascullé contra su dedo.
Levantó la mano hasta ponerla sobre mi cuello. Mi corazón se desbocó, pero perseveré.
— ¿No necesitas respirar? —exigí saber.
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