Page 334 - Frankenstein
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Asqueado, volví el rostro ante las palabras de
la mujer, que podía hablar tan inhumanamente
a alguien que acaba de escapar de la muerte.
Pero estaba muy débil y no podía reflexionar
bien sobre todo lo que había sucedido. Mi vida
entera se me aparecía como una pesadilla; me
preguntaba si todo aquello era cierto, pues los
hechos nunca conseguían imponérseme con la
fuerza de la realidad.
A medida que las borrosas imágenes que me
envolvían se iban haciendo más precisas, me
volvió la fiebre; estaba rodeado de una oscuri-
dad que nadie disipaba con la dulce voz del
afecto; no tenía junto a mí a nadie que me ten-
diera una mano. Vino el médico y me recetó
unas medicinas, que la anciana se dispuso a
preparar; pero el rostro del primero reflejaba
una expresión de total desinterés, mientras que
en el de la mujer se apreciaban claros síntomas
de brutalidad ¿A quién podría incumbirle la
suerte de un asesino, salvo al verdugo que co-
braría por su trabajo?