Page 173 - La Ilíada
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eximio Glauco—, y los otros tampoco le abandonaron, pues se pusieron
delante con sus rodelas. Los amigos de Héctor lo levantaron en brazos,
sacáronlo del combate, condujéronle adonde tenía los ágiles corceles con el
labrado carro y el auriga, y se lo llevaron hacia la ciudad, mientras daba
profundos suspiros.
433 Mas, al llegar al vado del voraginoso Janto, río de hermosa corriente
que el inmortal Zeus engendró, bajaron a Héctor del carro y le rociaron el
rostro con agua: el héroe cobró los perdidos espíritus, miró a lo alto, y,
poniéndose de rodillas, tuvo un vómito de negra sangre; luego cayó de
espaldas, y la noche obscura cubrió sus ojos, porque aún tenía débil el ánimo a
consecuencia del golpe recibido.
440 Los argivos, cuando vieron que Héctor se ausentaba, arremetieron con
más ímpetu a los troyanos, y sólo pensaron en combatir. Entonces el veloz
Ayante de Oileo fue el primero que, acometiendo con la puntiaguda lanza,
hirió a Satnio Enópida, a quien una náyade había tenido de Énope, mientras
éste apacentaba rebaños a orillas del Satnioente; Ayante Oilíada, famoso por
su lanza, llegóse a él, le hirió en el ijar y le tumbó de espaldas; y, en torno del
cadáver, troyanos y dánaos trabaron un duro combate. Fue a vengarle
Polidamante Pantoida, hábil en blandir la lanza; e hirió en el hombro derecho a
Protoenor, hijo de Areílico: la impetuosa lanza atravesó el hombro, y el
guerrero, cayendo en el polvo, cogió el suelo con sus manos. Y Polidamante
exclamó con gran jactancia y a voz en grito:
454 —No creo que el brazo robusto del valeroso Pantoida haya despedido
la lanza en vano; algún argivo la recibió en su cuerpo, y me figuro que le
servirá de báculo para apoyarse en ella y descender a la morada de Hades.
458 Así dijo. Sus jactanciosas palabras apesadumbraron a los argivos y
conmovieron el corazón del aguerrido Ayante Telamoníada, a cuyo lado cayó
Protoenor. En el acto arrojó Ayante una reluciente lanza a Polidamante, que se
retiraba; éste dio un salto oblicuo y evitóla, librándose de la negra muerte;
pero en cambio la recibió Arquéloco, hijo de Anténor, a quien los dioses
habían destinado a morir: la lanza se clavó en la unión de la cabeza con el
cuello, en la extremidad de la vértebra, y cortó ambos ligamentos; cayó el
guerrero, y cabeza, boca y narices llegaron al suelo antes que las piernas y las
rodillas. Y Ayante, vociferando, al eximio Polidamante le decía:
470 —Reflexiona, oh Polidamante, y dime sinceramente: ¿La muerte de
ese hombre no compensa la de Protoenor? No parece vil, ni de viles nacido,
sino hermano o hijo de Anténor, domador de caballos, pues tiene el mismo
aire de familia.
475 Así dijo, porque le conocía bien; y a los troyanos se les llenó el
corazón de pesar. Entonces Acamante, que se hallaba junto al cadáver de su